(17
de septiembre de 1920 - 25 de febrero de 1975)
antor
correcto y afinado, con un estilo que a veces abusaba de recursos efectistas,
es un típico exponente del cantor de orquesta de los años cuarenta.
Su paso por la orquesta de Alfredo Gobbi fue su mejor momento, aunque el
repertorio elegido no fue demasiado
trascendente. Sin embargo, siempre tuvo su
público que lo siguió durante toda su extensa trayectoria.
No está en la galería de mis cantores preferidos, pero debo reconocer que
contaba con una bella voz, una clara dicción y una llamativa potencia
expresiva.
Nació en La Boca
y se inició profesionalmente en 1940 cantando para un conjunto del barrio,
después continuó con las formaciones de Juan Carlos Caviello, de Miguel Zabala
“Zabalita”, de Félix Guillán y de Roberto Caló.
En 1947 ingresa a la orquesta de Alfredo Gobbi y comienza su etapa
consagratoria. Llega al disco al año siguiente y mete su primer gran éxito: el
tango “Remembranza” de Melfi y Battistella. Disco RCA-Victor que tiene en el
acople el tango “Independiente Club” de Agustín Bardi.
Con Gobbi hizo 18 registros, de estos uno a dúo con Ángel Díaz y tres con
Héctor Coral. De su serie discográfica se destacan: “La intriga”, de Héctor
Stamponi y Héctor Marcó, que tiene una bella melodía y del cual no conozco
ninguna otra versión; “El pollero” música y letra de Marcó; y su éxito más
rotundo, “Canzoneta” de Erma Suárez y Enrique Lary.
En 1954 pasa a la orquesta de Osvaldo Pugliese y tiene como compañero a Miguel
Montero.
Su primera grabación es su “caballito de batalla”, el tango “Canzoneta”, esta
vez para el sello Odeón. En el otro lado del disco, Montero canta “Por una
muñeca” de Emilio Balcarce, primer violín de la orquesta, con letra de Manuel
Barros.
En agosto de 1959, la orquesta viaja a la Unión Soviética y
a China con Maciel, el cantor Carlos Guido y el glosador Luis Mela.
Con Pugliese graba 66 temas, de los cuales tres a dúo con Miguel Montero, dos
con Carlos Guido, seis con Alfredo Belusi y tres con Abel Córdoba.
También participa de la gira a Japón en 1965, esta vez con la compañía vocal de
Abel Córdoba.
En agosto de 1966 hace una interesante versión del tango “Recuerdo”, del
maestro Pugliese y letra de Eduardo Moreno, considerada una de sus más grandes
realizaciones. Al respecto dice Jorge Palacio “Faruk”: «... una obra de
antología, un tango tan difícil de cantar, que parecía hecho para Maciel, cuya
interpretación dejaba la sensación de no darle trabajo alguno».
En el año 1968 comparte con seis de sus compañeros de la orquesta, la formación
del Sexteto Tango. Estos son: Julián Plaza (piano), Osvaldo Ruggiero y Victor
Lavallén (bandoneones), Emilio Balcarce y Oscar Herrero (violines) y Alcides
Rossi (contrabajo).
Con el Sexteto hace veinticuatro registros, entre los que se destacan algunos
tangos clásicos: “Sentimiento gaucho”, “Mi dolor”, mezclados con otros temas
modernos: “Mi ciudad y mi gente”, “Chiquilín de Bachín”, etcétera.
Ya su voz no tenía la potencia de sus años mozos, pero mantenía su fuerza
dramática y su singular estilo.
En el mes de febrero de 1975 es intervenido quirúrgicamente de una hernia y
muere en la operación por no resistir la anestesia.