ANGEL D'AGOSTINO
Pianista y director.
(25 de mayo de 1900 - 16 de enero de 1991)
Su
orquesta no tuvo el reconocimiento musical que tuvieron
las orquestas
de Aníbal Troilo, Carlos
Di Sarli u Osvaldo Fresedo, ni tampoco
produjo el fenómeno popular de la orquesta de Juan
D'Arienzo, pero desde 1940 a la fecha, las generaciones tangueras
no dejaron de respetarlo y admirarlo.
Esa orquesta tenía magia y esa magia se trasuntaba
sin necesidad de grandilocuencias, ni de hechos estentóreos.
Todo lo hacía su sencillez y su buen gusto.
El bandoneonista, compositor y arreglador Ismael
Spitalnik hizo el siguiente comentario: "En enero de 1940 comencé
con D'Agostino y cuando hoy escucho las grabaciones observo que sonaba
criollita y sencilla. Justamente triunfó por su sencillez, por
su lenguaje claro y simple, por el buen decir de su cantor Ángel
Vargas, que le permitía al público entender perfectamente
las letras. Además había elegido un fino repertorio, muy
nostalgioso y muy distinto al de los demás."
Otra opinión interesante es la de Luis Adolfo
Sierra: "D'Agostino acertó con el propósito de plasmar
un estilo de muy simples concepciones musicales, pero de expresiva manera
de ejecución, traducido por un calificado núcleo de ejecutantes.
Pero la identificación con Ángel Vargas, determinó
por sobre la labor separada de cada uno, el éxito de un binomio
que logró imponerse en el momento de mayor afluencia de grandes
figuras del tango".
El periodista Jorge Göttling nos advierte: "Quien
crea que D'Agostino tocaba el piano, o no sabe de piano o no conoció
a D'Agostino. Se tocaban simultáneamente ambos, como si fueran
una pareja en pleno idilio".
Finalmente el músico se define a si mismo, diciéndonos:
"Yo soy milonguero, siempre lo fui, en el mejor sentido del término.
Fui un buen bailarín y trabajé acompañando a los
mejores, como El Mocho y La Portuguesa, también a Casimiro Aín.
Pero El Mocho era el mejor, era un cajetilla (elegante) que no necesitaba
coreografía barroca, era la representación más
auténtica y más acabada de un milonguero. Así es
que formé mis orquestas con dos conceptos que jamás abandoné:
respeto por la línea melódica y acentuación rítmica
para facilitar el baile. Cuando el cantor irrumpe en la escena y desaloja
del punto de atención al músico, la orquesta estaba armada
de tal forma que música y canto no interrumpían la posibilidad
del baile. Para ello el cantor debía convertirse en un instrumento
más, un instrumento privilegiado, pero no separado".
En esta apretada síntesis podemos concluir que
la orquesta de Angel D'Agostino se caracterizó por una delicada
sencillez, por un muy buen repertorio, por ser bien milonguera y que
tuvo en Ángel Vargas, un instrumento
indisoluble del resto de la formación.
Cuando el cantor se retira de la orquesta, ésta
ya no fue la misma.
Su nombre completo era Angel Domingo Emilio D'Agostino.
Nació en Buenos Aires en la calle Moreno 1626, el día
25 de mayo de 1900.
La música para él fue un hecho cotidiano
y familiar, tanto su padre como sus tíos eran todos músicos.
En su casa había un piano y éste resultó uno de
sus primeros juguetes. En alguna charla con él recordaba que
Manuel Aróztegui y Adolfo Bevilacqua eran habitués y que
el piano no dejaba de sonar. El tango "Independencia" de Bevilacqua,
sonaba en su casa con bastante anterioridad a su estreno, ocurrido en
1910.
Estudió en el conservatorio y de niño
comenzó a tocar en público. Fue un trío infantil
en el que también estaba su vecino de barrio, Juan
D'Arienzo. Se presentaron en un pequeño teatro que funcionaba
en uno de los costados del Jardín Zoológico (barrio de
Palermo), y como no les pagaron perpetraron un incendio que pronto fue
sofocado.
Dejó los estudios secundarios por la música.
Las familias aristocráticas lo contrataban para tocar durante
sus reuniones festivas. También comenzó a tocar en un
local nocturno, diversos ritmos y en especial el ragtime, un ritmo de
negros que había traído un pianista inglés de apellido
Frederickson, al que reemplazaba cuando éste abandonaba el piano
por su borrachera.
Arma su primer orquesta en 1920, de tango y jazz, es
contratado por el cabaret Palais de Glace. Entre sus músicos
estaba Agesilao Ferrazzano, a quien el propio D'Agostino consideraba
el mejor violín que tuvo el tango.
Pese a que fue invitado varias veces, nunca salió
de gira y la razón de esta actitud es una de las incógnitas
de su vida.
En la época del cine mudo fue una de las orquestas
pioneras que tocaba en los cines. Pasaron por sus filas: Juan
D'Arienzo, Anselmo Aieta y Ciriaco Ortiz.
La primera orquesta puramente tanguera la forma en
1934, con los bandoneones de Jorge Argentino Fernández y Aníbal
Troilo, el violín de Hugo Baralis (hijo) y el cantor Alberto
Echagüe.
A Angel Vargas lo conoce
en 1932, trabajaba de tornero y lo presenta en algunas de sus actuaciones.
Recién en 1940 se consolida el binomio cuando la orquesta es
contratada por el sello Victor y actúan en Radio El Mundo.
D'Agostino fue un personaje de Buenos Aires, no sólo
del tango. Jugador experto y soltero empedernido, jugaba al póker
en el Club del Progreso (club donde concurría la alta burguesía)
y cultivó una entrañable amistad con Enrique
Cadícamo. Sobre esta relación hay una curiosa anécdota
que lo pinta de cuerpo entero. Cadícamo
y D'Agostino se habían juramentado no casarse jamás, mujeriegos
y bohemios no concebían estar encadenados a un vínculo
permanente. Pero hete aquí que pasados los cincuenta años,
Cadícamo incumple el pacto y se
casa con una muchacha veinteañera. A partir de ese momento D'Agostino
no le dirigió más la palabra.
Con la voz de Angel Vargas
graba 93 temas, con Tino García 18, más un dúo
con Miguel Cané, con quien graba 9 temas. También pasaron
por su orquesta Raúl Lavié (2 temas), Roberto Alvar (3
temas) y con Ricardo Ruiz graba el tango "Cascabelito"
que en muchos discos aparece erróneamente como cantado por Vargas.
El 16 de enero de 1991 fallece, solo, como siempre
quiso, repleto de música, de amigos y del recuerdo de tantas
mujeres. Una de ellas, seguramente la más famosa argentina del
siglo XX, Eva
Perón, le regaló un reloj despertador de diseño
único, del que sólo había mandado fabricar tres
piezas. Hoy ese reloj es parte de la colección del presidente
del Consejo Académico de Coleccionistas Porteños de Tango,
don Héctor Lucci.