Astor Piazzolla
Nombre real: Piazzolla, Astor Pantaleón
Bandoneonista, director, compositor y arreglador
(11 marzo 1921 - 4 julio 1992)
Lugar de nacimiento:
Mar del Plata (Buenos Aires) Argentina
Compositor y
bandoneonista argentino. Fue uno de los artífices de la renovación del tango,
sobre todo a partir de 1955, año en que regresó a Argentina después de un
período de estudios en París bajo la dirección de Nadia Boulanger, célebre
pedagoga que le aconsejó no olvidar nunca la música popular, precepto que el
músico tuvo siempre presente. Decarissimo, Milonga del ángel, La muerte del
ángel, Invierno porteño, Buenos Aires hora cero, Balada para un loco y Adiós,
Nonino son algunos de sus tangos más populares. En ellos conviven el género
tradicional, la música clásica y el jazz y entremezclan sus lenguajes, técnicas
y estilos, lo que les confiere un aspecto novedoso y de un considerable
atractivo, a pesar de lo cual despertaron el rechazo de los círculos
tanguísticos más conservadores. A Piazzolla se le debe también un valioso
Concierto para bandoneón y orquesta, importante por todo lo que supone de
reivindicación de este instrumento, más allá del papel de acompañamiento en
conjuntos de baile, y una ópera, María de Buenos Aires (1968). Hijo de un
inmigrante italiano admirador de Gardel, Astor Piazzolla nació en Mar del Plata
en 1921, pero de pequeño marchó con sus padres a vivir a Nueva York, donde
residió desde 1924. En 1929 don Vicente regaló a su hijo un bandoneón de
segunda mano, instrumento que quedaría asociado a su figura. Estudió música
bajo la tutela de Bela Wilda, maestro ruso discípulo de Rachmaninov, y de él
aprendió a transcribir y ejecutar a Bach y a Schumann. En Nueva York conoció a
Carlos Gardel, y surgió entre ambos una larga amistad que derivó incluso en la
fugaz participación del músico, como actor, en la película El día que me
quieras, donde interpretaba a un canillita.
La carrera
de Piazzolla se desarrolló a caballo entre el Nuevo y el Viejo Mundo. De vuelta
a la Argentina, se radicó en Buenos Aires y actuó como bandoneonista en las
orquestas de Miguel Caló y Aníbal Troilo; en ésta se encargó también de los
arreglos. Perfeccionó mientras tanto su técnica con el músico clásico Alberto
Ginastera. En 1944, Piazzolla se desvinculó de Troilo para dirigir la orquesta
que acompañó al cantante Francisco Fiorentino. Prosiguió con su labor como
arreglador para las orquestas de José Basso, Miguel Caló y Francini-Pontier.
También en esta época escribió piezas de música culta, como Rapsodia porteña
(1952) y Sinfonía de Buenos Aires (1953), en cuya instrumentación incluyó
bandoneones. Ese año viajó a París para estudiar con la famosa pedagoga Nadia
Boulanger, quien lo convenció de que persistiera en el camino del tango.
A su regreso
a la Argentina, Piazzolla convocó a músicos de primera línea y formó el Octeto
Buenos Aires, con Enrique Mario Francini y Hugo Baralis en violines, Roberto
Pansera en bandoneón, José Bragato en violonchelo, Aldo Nicolini en bajo,
Horacio Malvicino en guitarra eléctrica y Atilio Stampone en piano. Varias de
las versiones del Octeto influyeron de manera determinante en la futura
evolución del tango, debido a sus novedades rítmicas y contrapuntísticas.
Cuando en 1959 murió su padre, a pesar de las biabas que le había dado en la
infancia y que el hijo aún recordaba sin rencor, Piazzolla compuso en su
homenaje acaso su obra más bella: Adiós, Nonino. En 1960, después de una
estadía en Estados Unidos, donde su estilo se

presentó como jazz-tango, formó
un quinteto por cuyas sucesivas formaciones pasarían músicos tales como Elvio
Bardaro, Dante Amicarelli, Antonio Agri, Horacio Malvicino, Oscar López Ruiz,
Kicho Díaz, Osvaldo Manzi y Cacho Tirao. En 1968, Piazzolla compuso con el
poeta Horacio Ferrer la operita María de Buenos Aires, para once instrumentos,
recitante y cantantes femenino y masculino. En 1969 comenzó a escribir, también
junto con Ferrer, temas de mayor sencillez para la voz de Amelita Baltar.
Compusieron así Balada para un loco, que se convertiría en un gran éxito
popular, y en cuya estela surgieron otras composiciones de cariz similar, como
Balada para mi muerte, Balada para Él y Chiquilín de Bachín.
A la vuelta
de un viaje a París, Piazzolla rearmó su antiguo Octeto y emprendió la
composición de temas más largos y ambiciosos, alejados de los esquemas clásicos
del tango-canción. Entre esas experiencias se cuentan algunas de sus páginas
más famosas, como una nueva versión de Adiós, Nonino (la primera se remonta a
1959), Muralla china, las cuatro partes de Pulsación y la música de numerosas
películas. Siempre atraído por el jazz, en 1974 grabó un disco junto al gran
saxofonista Gerry Mulligan. De 1972 es el Concierto de nácar para nueve
tanguistas y orquesta; de 1976, la Suite troileana, compuesta en honor a su maestro
Aníbal Troilo; y, de 1979, su Concierto para bandoneón, piano, cuerda y
percusión.
El prestigio
de Piazzolla fue amplio en Europa, mientras que en Argentina se sucedieron las
polémicas acerca de si lo suyo era o no tango, género que renovó a través de su
instrumento (el bandoneón) y sus composiciones. En cualquier caso, la
influencia de Astor Piazzolla y de la nueva estética musical que supo imponer
en el tango marcó de forma insoslayable a las generaciones más jóvenes de
artistas inclinados hacia la música popular de Buenos Aires. Así, por ejemplo,
el bandoneonista y compositor Eduardo Rovira, que se apartó de los cánones
tradicionales del tango y fundó la Agrupación de Tango Moderno en 1960. Otro
destacado músico, Rodolfo Mederos, es seguramente el más destacado seguidor de
Astor Piazzolla como bandoneonista.