Nació en la ciudad de Chacabuco, Provincia de Buenos Aires, sus padres eran Ángel y Dominga.
Su
buena voz, su cultura, su delicado fraseo y su expresividad fueron las
condiciones destacables de este querido amigo. También, su personalidad
alegre y a veces díscola, sus broncas y sus berretines.
Fue un
estudioso de la actuación y de la música, entre sus
maestros figuraron
Alberto Ginastera, Roberto Grela y, en el arte escénico, Antonio Cunill
Cabanellas.
Debutó a principios de la década del 40, recomendado
por quien sería su padrino artístico, el cantor uruguayo Néstor Feria,
en una compañía dirigida por Alberto Vaccarezza y Raúl De Los Hoyos, con
dos temas: “El carrerito” y “El poncho del amor”. A partir de allí
comenzó su carrera, con un repertorio que contenía tangos y folclore
sureño. En esa época, se destacaron sus actuaciones en Radio Splendid y
en la Confitería La Querencia, de la Avenida de Mayo.
A partir de
1945, y después de algunas giras por el interior del país, ingresó como
empleado en la compañía cinematográfica Emelco, donde se cumplirían
parte de sus sueños de actor. Convocado por el director León Klimovsky,
fue asistente de dirección en las películas “Las campanas de Santa
Teresa” y “Se llamaba Carlos Gardel”. En 1949, su actividad
cinematográfica lo llevaría a participar como actor, bajo las órdenes de
directores de la calidad de Mario Soffici, Fernando Ayala y Hugo
Fregonese, actuando entre otras películas en: “Juvenilia”, “Cuando en el
cielo pasen lista” y “Barrio gris”. Pero su mayor protagonismo lo tuvo
bajo la dirección de Armando Bo, junto a la actriz Isabel Sarli, en
“Sabaleros” y “Los días calientes”.
A principios de 1956, a raíz
de la desvinculación del cantor Carlos Olmedo, se relaciona con Aníbal
Troilo, recomendado por el pianista Osvaldo Manzi. Bastó que “Pichuco”
lo escuchara un instante para contratarlo inmediatamente. El otro cantor
era Pablo Lozano, quien al poco tiempo se alejó de la orquesta siendo
reemplazado por Roberto Goyeneche.
El 18 de julio de 1956,
registró su primera grabación en el sello T.K, con el tango “Quién”, de
Osvaldo Manzi y letra de Luis Lira (seudónimo de Enrique Parodi). En
esta etapa, sus mejores grabaciones junto al “Gordo” fueron: la milonga
“Chuzas”, “Vamos vamos, zaino viejo”, “Callejón” y “Qué risa”.
Al
año siguiente, Troilo regresó a su primer sello, Odeon, con una
orquesta renovada, con la incorporación de Orlando Belingieri y los
arreglos de Julián Plaza, Emilio Balcarce y Eduardo Rovira. Cárdenas
grabó ocho temas solo y tres a dúo con “El Polaco”, fue cuando logró su
mayor triunfo artístico y comercial con el tango “La última”. También
podemos destacar su registro de “Te llaman malevo”.
Fui testigo
presencial de las actuaciones de la orquesta en el cabaret Marabú, de
Maipú y Corrientes y, también, en el Empire que estaba a la vuelta,
donde Cárdenas se lucía con todo su esplendor, demostrando su solvencia y
su calidad interpretativa. Y que decir de Radio El Mundo, en esas
inolvidables presentaciones con público, donde yo era uno más de los
fanáticos seguidores de Troilo, embelezado con su magia.
Al
comenzar 1960, Cárdenas se alejó de la orquesta, siendo suplantado por
breve tiempo por Jorge Casal y luego, en forma definitiva por Elba
Berón.
En su nueva etapa, armó su propio conjunto dirigido por
Tití Rossi, iniciando una etapa de giras, tanto por el país como por
Centroamérica, para recalar en los Estados Unidos, donde se quedó un
tiempo prolongado, realizando conciertos en distintas universidades,
modalidad que luego repetiría durante muchos años.
En 1970, se
dio el gusto de escribir el guión, producir y dirigir una película: “Una
cabaña en la pampa”, en la que también actuó y compuso la música.
Como
compositor musicalizó a Jorge Luis Borges en “Milonga del forastero” y a
Atahualpa Yupanqui en la milonga, “Cosas de uno” y en el tango “Cantor
de fonda”. También, le pertenecen, entre otros, los tangos: “Entre
tangos y milongas”, “Aquel amor lejano”, “Frente a frente con la vida”,
“Lejos, muy lejos”; los valses: “Nube errante”, “Justo ahora, corazón” y
“Por nuestros caminos”; y las milongas: “Milongueando”, “Trasnochado
trovador” y “Morena y candombera”.
Fue asiduo concurrente de la
Academia Nacional del Tango y participó en muchas de sus veladas. La
muerte lo encontró solitario, en su casa, luego de su última
presentación en el Bar Tuñón.
Cárdenas fue uno de los mejores
intérpretes del género milonga —con un estilo creativo y muy campero—,
un gran difusor de la cultura popular y un personaje muy pintoresco de
la bohemia tanguera.