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Jorge Casal
Nombre real: Pappalardo, Salvador Carmelo
Cantor
(14 enero 1924 - 25 junio 1996)
Lugar de nacimiento:
Buenos Aires Argentina
Representante genuino de la
escuela gardeliana, barítono atenorado poseía una voz potente pero al
mismo tiempo dulce y cristalina. Como decimos los tangueros, la
coloratura de su voz era rica en matices y su fraseo gardeliano nos
recuerda por momentos a Raúl Berón en su dulzura y a Alberto Marino en su potencia.Fue cantor de la orquesta de Florindo Sassone desde 1946 hasta 1950, año que ingresa a la de Aníbal Troilo en la que permanece hasta 1955, cuando hace su debut como cantor solista.
Las primeras grabaciones en tal carácter las hace con el conjunto de guitarras de Roberto Grela que estaba conformado por Héctor Ayala, Domingo Laine y Ernesto Báez en el guitarrón. Curiosamente en su primer disco (“Dicen que dicen” y “A mis manos”) no participa Roberto Grela.
El propio Casal nos cuenta de su vocación y como fueron sus comienzos.
«¿Sabés
que yo tenía antipatía por Gardel? Era joven, tenía once años y apenas
si había oído hablar de él. En mi casa no había dinero para comprar una
radio y mis preocupaciones eran otras, que pasaran rápido las horas de
trabajo —había que trabajar a esa edad— y ponerme a jugar a la pelota en
la calle con otros chicos.
«De su muerte me enteré por el
comentario de los vecinos y me indignó. Mi reflexión era: ¿por qué tanto
escándalo con Gardel, si murieron también otros en el accidente?
«Pasaron
varios meses y aún tengo grabada la imagen. Jugaba a las bolitas en la
vereda, cuando de pronto una radio aumenta su volumen. Escucho una voz, y
es tan grande el impacto que me produce que dejo de jugar y me acerco a
la ventana de la casa para oír mejor. Cuando termina el disco el
locutor dice: «Han escuchado a Carlos Gardel en la jota “Los ojos de mi moza”». Recuerdo que murmuré: ¡ah, con razón!»
Allí comprendió el muchachito Jorge Casal la importancia de Gardel. Y continúa diciendo, en este reportaje que le hice en su casa, hace ya algunos años:
«Estaba dentro mío la vocación de cantor, tenía buen gusto para elegir y días después, en el cine del barrio, fui a ver El día que me quieras. Quedé enloquecido para siempre.
«Mis
viejos eran italianos y mi hermana mayor también. Mi llegada a la
profesión me deparó algunas amarguras. Después de cantar en algunos
festivales barriales me presenté en un concurso que organizaba Radio
Splendid. Había una ronda previa para elegir quienes se iban a presentar
para cantar.
«Elegí el tango de Rafael Rossi y José Rial, “Corazoncito (Ñafa)”.
Hice la primera y segunda parte cuando, de pronto, sonó un timbre en la
sala, luego se acercó un tipo y me dijo que ya estaba bien, que dejara
mi nombre y dirección, que me iban a llamar. Por supuesto nada de eso
ocurrió y quedé mal».
En este momento del reportaje el cantor recuerda como llegó a la orquesta de Florindo Sassone.
«Un amigo que me escuchó en un festival barrial, acompañado por el guitarrista Aníbal Arias, me dijo que la orquesta de Florindo Sassone
necesitaba un cantor para debutar en unos días en Radio Splendid. La
misma radio del fracaso. Me presentó a un músico de la orquesta y luego
de escucharme dijo que me presentaría al director. Fui el lunes a su
casa, la prueba fue con el tema “Canción de cuna”. No le gusté a Sassone y empecé a convencerme que no servía para cantor.
“Pero
al día siguiente, la sorpresa. El músico presentador me vino a buscar a
mi casa, era el nuevo cantor de la orquesta ¿Qué había ocurrido?
Mientras Sassone me tomaba la prueba, su esposa María —que tenía oído
musical pues había estudiado canto— me escuchó y le dijo después a su
marido que no me dejara a un lado, que yo cantaba muy bien. Al poco
tiempo un directivo de la radio me dijo «¡Cómo la pegó Sassone con vos!
¿Sabés que iba a poner el que ganó el concurso en la radio?» Ese
muchacho era Domingo Alé, más tarde conocido como Alberto Podestá. Debuté el 18 de noviembre de 1946».
Luego le pregunté cómo surgió su nombre artístico.
«Para
mi nombre artístico primero pensé ponerme Turi Lardó. Turi en el
dialecto del pueblo de mis padres significa Salvador y Lardó es la parte
final de mi apellido. Pero me gustó el apellido de un amigo que tenía
una bicicletería, Carlos Casal, pero el nombre no me salía, hasta que
una muchacha sugirió Jorge y me gustó.
«Excepto las dos primeras grabaciones “Canción de cuna” y “Volver”,
todo el repertorio fue elegido por mí, en eso no daba concesiones.
Sassone se encargaba de la parte musical, en lo demás... mejor ni
hablar. No fue buena persona. Nunca reconoció haberse equivocado conmigo
al rechazarme y mucho menos que el éxito de la orquesta se debía a mi
presencia. Siempre fue el comentario del ambiente y yo sabía que era
así.
“Yo, en cambio, fui distinto. A sólo tres días del debut me vino a buscar el representante de Pedro Laurenz,
de apellido Soto, para llevarme con la orquesta del maestro. Me negué
por el reconocimiento a la oportunidad que Sassone me había dado, aún
sabiendo que Laurenz me iba a pagar más. También hubo enviados de otras
importantes orquestas, Miguel Caló, Carlos Di Sarli y Aníbal Troilo.
A Pichuco lo fui a ver personalmente en su departamento, le conté y me
respondió: «¡Lo felicito pibe, no cualquiera hace lo que usted hizo!»
Ya desvinculado de Sassone ingresó a la orquesta de Aníbal Troilo dejando en el disco 20 grabaciones memorables. Rescato entre ellas los tangos “La mentirosa”, “Carmín”, “La cantina” y el vals “Vuelve la serenata”.
Jorge Casal
fue un cantor admirado por sus colegas, un muchacho simple, poco
instruido, pero de una gran sensibilidad para el ejercicio de su
vocación de cantor, un ejemplo del hijo del inmigrante que se destaca en
una carrera tan difícil que, como en este caso, no tuvo el
reconocimiento que hubiera merecido.