HOMERO EXPOSITO:
Poeta y letrista
(5 de noviembre de 1918 - 23 de septiembre de 1987)
Apodo:
Mimo
La
poesía del tango, que es probablemente la única
manifestación
musical popular de nuestro tiempo con letra formalmente argumentada,
tiene sus precisas e ineludibles reglas de juego, de las que no es posible
apartarse sin riesgo de incurrir en inautenticidad o desvirtuación
de su definido e inconfundible carácter. Tales reglas de juego
conforman una temática y una sensibilidad temperamental, inalienablemente
propias del tango rioplatense.
No se trata, claro está, de estrictos cánones
convencionalmente establecidos, los que habrán de conferirle
fisonomía característica a la creación poética
del tango. Las letras encierran breves relatos versificados, preferentemente
sentimentales, nostálgicos o evocativos, dentro de un marco ambiental
costumbrista. E incluso a veces, picaresco o risueñamente humorístico.
Pero estructurados originariamente para ser acoplados
a la música del tango. Y para ningún otro género
musical popular que no sea el tango. Porque inversamente, cuando a la
música del tango se le pretende adaptar una composición
poética standard, de esas que encajan indistintamente en cualquier
género musical popular sin identificar a ninguno, nos encontramos
lisa y llanamente, con que el pretendido tango deja de serlo. Y de ahí,
pues, que siguen predominando con vigencia inalterable los clásicos
repertorios poéticos del tango canción, que alcanzaron
encumbrada celebridad entre los años veinte y los años
cuarenta.
Ante tan peculiar y rigurosa preceptiva poética
como la enunciada, nada mejor que aceptar que son muy pocos los auténticos
creadores dentro de la composición literaria del tango. Desde
luego, muchísimos menos son los nombres fundamentales de la poesía,
que los de la música.
Observemos que esa ortodoxia formal que parecieran
imponer las reglas de juego antes referidas, admite la natural renovación
de formas de expresión y de enfoques conceptuales con proyecciones
de incuestionable jerarquía literaria. Es decir que el tratamiento
de una temática permanente e inamovible -la nostalgia en primer
término la reflexión resignada frente al fracaso o al
desencanto, la actitud desgarradora teñida de sereno escepticismo
-que es premisa sustancial, abre definidas perspectivas estéticas
en la dimensión poética de la letra del tango. Y por esa
búsqueda de una versificación más literariamente
depurada, transitaron consagratoriamente José
González Castillo, Enrique Cadícamo,
Francisco García Jiménez,
Héctor Pedro Bloomberg, Cátulo
Castillo, Homero Manzi y José
María Contursi. Y ese proceso de superación poética
del tango, a nuestro juicio culmina con Homero Expósito. El más
original, el más. importante y el más representativo de
los poetas del tango, a partir de la brillante generación del
cuarenta. Y para siempre.
Orientó Homero Expósito su inventiva
literaria consagrada a la canción popular, en la confluencia
de dos actitudes poéticas temperamentalmente opuestas, pero igualmente
admirables: el romanticismo nostálgico y evocativo de Homero
Manzi, y el grotesco dramatismo sarcástico de Enrique
Santos Discépolo. De tan sutil combinación estilística
y temática sin proponérselo, logró Expósito
definir una novedosa y originalísima modalidad de interpretación
para la letra del tango.
Siempre en la búsqueda de una mayor dimensión
poética, impuso una novedosa renovación formal de expresión,
utilizando con singular destreza la técnica del verso libre.
Y logrando además enfoques conceptuales de marcado vuelo literario.
Pero, invariablemente se ha dicho, sobre la temática permanente,
inalterable e inamovible -insistimos- que hace a la esencia propia del
tango.
Las letras de Homero Expósito aparecen fuertemente
atraídas por la versificación idiomática refinada....
Y corrobora esta observación, aquel distingo que hemos formulado
reiteradamente entre el simple versificador o letrista que escribe exclusivamente
para el acople de la música, y el poeta, cabalmente poeta, que
escribe bellos poemas para ser leídos y también para ser
cantados. Es esta la exacta ubicación de la labor literaria de
Homero Expósito en el tango.
Convengamos, desde ya, que la letra del tango es esencialmente
elegíaca, es decir la composición poética de género
lírico y asunto decididamente triste.
Es el canto al bien perdido. Por eso con tanto acierto
observa José Gobello que «el tango no se ha hecho para
cantar lo que se tiene, sino lo que se ha perdido». Y por eso
además, es sentimental y nostálgico. Que son las dos notas
configurativas de su argumentación permanente. Si inversamente,
por mero espíritu de renovación fuera alterado ese inamovible
presupuesto temperamental del tango se caería inevitablemente
en la desvirtuación del mismo. De ahí la elogiable autenticidad
de la poesía argumental de Homero Expósito, definitivamente
elegíaca.
Con su inagotable inspiración poética,
ha logrado Expósito el encanto de revertir con evolucionado y
original sentido literario algunos de los personajes, de las situaciones,
de las circunstancias, de las leyendas, que hacen a la temática
del tango. Es indudable que las expresiones artísticas son bellamente
valiosas por su intrínseco contenido estético, pero con
prescindencia absoluta del transcurso inexorable del calendario, que
de ninguna manera puede ser la medida para la vigencia o la caducidad
de determinadas manifestaciones de la inspiración creadora.
Consecuente con lo expresado en cuanto al carácter
del contenido de la letra del tango, Homero Expósito incursionó
en los temas arraigadamente consagrados, que le confirieron personalidad
inconfundible a nuestra canción ciudadana. Así, por ejemplo,
el drama aquel de la humilde muchacha de barrio que dio el mal paso,
y que Samuel Linnig inmortalizó en
los sentidos versos de "Milonguita"
y "Melenita
de oro", erigiéndola en heroína del tango, es
recreado veinte años después por Expósito en "Percal".
Tal vez con otros nombres y otras influencias sociales, impecablemente
revestida de renovada elegancia literaria.
Otro de los aspectos fundamentales que la obra de Homero
Expósito aporta a la literatura de nuestra música popular,
es su contundente aptitud de síntesis. Admirable aptitud de síntesis
como sería exacto calificar. Esa aptitud de síntesis que
tanto admiraba Enrique Discépolo,
y no se cansaba de ponderar el acierto impecable aquel del tango "Percal",
en que todo lo expresan aquellos dos apretados versos que dicen: "te
fuiste de tu casa / tal vez nos enteramos mal...". O cuando resume
con natural simplicidad aquello de "Pobre piba, por tu error / ya
hay muchos tangos". "Cómo me gustarían esas admirables
observaciones de Expósito, para alguna de mis letras", expresaba
Discépolo con emotiva sinceridad.
También algo revolucionariamente innovador en
Homero Expósito, lo constituye el manejo de la metáfora.
Entendiendo por metáfora la figura retórica por la cual
se traslada o transporta el sentido de una palabra o de una frase a
otra imagen mediante una elaborada comparación imaginativa. En
la metáfora de vanguardia habría una inocultable raigambre
lorquiana, tan frecuente en Homero Expósito. Acierto incuestionable
en la tanguística de nuestro poeta, imágenes tan felices
como "malevo que olvidaste en los boliches / los anhelos de tu vieja".
El 5 de noviembre de 1918 nació Homero Aldo
Expósito en Campana, provincia de Buenos Aires. Hijo de Don Manuel
Expósito. Un respetado y prestigioso comerciante de Zárate
(ciudad cercana Campana y a la ciudad de Buenos Aires) que jamás
ocultó, con su proverbial dignidad, que había nacido anónimamente
en la "Casa de Niños Expósitos" de la calle Montes de
Oca en la ciudad de Buenos Aires. Allí comienza recién
el árbol genealógico de los Expósito y el origen
de su apellido.
Homero nació en Campana, en la casa de su abuela
materna. Pero ya los Expósito estaban estrechamente arraigados
al terruño. Tan es así que Homero siempre decía
«soy un zarateño nacido en Campana».
Vivió la infancia en Zárate, donde cursó
íntegramente la escuela primaria. A los seis años de Homero
nació un hermanito, que se llamó Virgilio Hugo. Siempre
juntos los dos hermanos en la historia del tango y de la vida. Juntos
siempre anduvieron entre yuyos, cielo y verano. De esa unión
fraternal provienen las inspiradas metáforas de "Naranjo
en flor", de "Farol",
de "Oro falso",
"Pobre piba".- Después nació otro Expósito.
El tercero y último, que se llamó Luis María. Sin
vocación literaria ni musical. Otra destino.
Entre rebeldías, rabonas, indisciplina escolar
terminó Homero la primaria. Traía tal vez en la sangre
su irrefrenable vocación cultural. Decía ya en plena celebridad
autoral que «nadie puede escribir un tango si no sabe escribir
un soneto».
Don Manuel Expósito humilde y honrado padecía
el orgullo de la cultura, del conocimiento literario, del conocimiento
histórico. Además de su próspero negocio de repostería
y confitería, sabía el idioma inglés, taquigrafía,
dactilografía y lecturas filosóficas densamente asimiladas.
Dejando a un lado su declarada vocación anticlerical, decidió
que Homero ingresara al prestigioso Colegio San José de Buenos
Aires. Pupilo ejemplar durante los cinco años de su bachillerato,
ordenó totalmente su conducta intelectual. Fue luego cadete del
liceo militar. Y su ingreso a la Facultad de Filosofía y Letras,
su gran vocación, cuya graduación interrumpió y
reanudó muchas veces, abocado siempre a la impostergable necesidad
de subsistir.
Las disciplinas culturales de su preferencia encontraron
en Homero Expósito al estudioso despreocupado de toda consagración
doctoral.
Cursó los ciclos universitarios a través
de sucesivos abandonos y reanudaciones de los estudios superiores, hasta
su muy próxima graduación. Logró una sólida
cultura filosófica y literaria que siguió acrecentando
permanentemente en su afán insobornable por las lecturas bien
escogidas. Crítico erudito y ponderado, compartieron sus preferencias
con equilibrado eclecticismo, los clásicos griegos y latinos,
con las modernas corrientes literarias. Además el buen teatro
fue inquietud apasionante desde su primera infancia. Fue organizador,
director y actor de numerosas iniciativas de valor artístico
en difundidos cuadros de teatro vocacional.
Llegó al tango con una sólida preparación
literaria, que le permitió el tratamiento descriptivo de sus
sólidos argumentos con admirable claridad anecdótica.
Confesaba que le preocupó siempre el cuidado del lenguaje, logrando
libertad absoluta en el empleo de las licencias idiomáticas del
léxico corriente necesario. Decía que el impresionismo
había invadido todas las formas de expresión, y no había
motivo para que la letra del tango fuese una excepción.
Todo está comprendido en el padrón autoral
de Homero Expósito. Todo. Desde la descripción del compadrón
de "Te llaman
malevo", o la exquisitez poética de "Margo"
y "Flor de
lino". Y desde la imagen temperamental de la gran ciudad enfocada
desde la descripción estupenda de "Tristezas
de la calle Corrientes".
Viajando una vez en tren desde Zárate a Buenos
Aires, "Chupita" Stamponi le propuso vincularlo
al núcleo de jóvenes músicos ya consagrados en
la orquesta de Miguel Caló. Así
fue que con Enrique Mario Francini, Armando
Pontier, Domingo Federico, Osmar
Maderna, Héctor Stamponi, su
introductor, y su inseparable hermano espiritual Virgilio Hugo, alcanzó
Homero una gran coincidencia creativa a través de formas concionísticas
novedosas, y de incuestionable concepción renovadora del tango.
Bien entendido, dentro de la temática y del temperamento invariablemente
propios de nuestro tango, que caracteriza la fecunda obra de realización
de la brillante promoción generacional del cuarenta.
Se inició Homero Expósito en la creación
autoral hacia 1938. Su primer tango compuesto en colaboración
musical con su hermano Virgilio Hugo Expósito, titulado "Rodando",
fue estrenado, sin ninguna trascendencia, por Libertad
Lamarque en Radio Belgrano, acompañada por la orquesta de
Mario Maurano.
La coincidencia creativa entre Homero y Virgilio Expósito,
alcanza a todo un repertorio, originariamente compartido, y de vigencia
permanente entre los más selectos del tango canción. Luego
de aquel intrascendente "Rodando" del debut autoral, surge
"Farol".
Y sucesivamente títulos que alcanzaron desde su presentación
un lugar prominente en el género.
Virgilio Hugo Expósito es un brillante músico
integral del tango. Pianista, inspirado compositor, director de orquesta,
orquestador instrumental de brillante trayectoria. Debe reconocerse
que a la labor de los hermanos Expósito debe la historia del
tango uno de sus capítulos más interesantes y de permanente
actualidad.
Algunos títulos fundamentales son "Naranjo
en flor", "Absurdo",
"Maquillaje",
"Chau, no
va más", lo último que escribieron juntos. "Percal",
"Yuyo verde",
"Tristezas
de la calle Corrientes", "Al
compás del corazón" (con música del bandoneonista
Domingo Federico); con Armando
Pontier "Trenzas";
con Héctor Stamponi "Flor
de lino" (vals), "Qué
me van a hablar de amor". Con Enrique
Mario Francini "Ese
muchacho Troilo". Con Aníbal
Troilo "Te
llaman malevo". Con Argentino Galván "Cafetín",
"Esta noche
estoy de tangos". Con Atilio Stampone
"Afiches"
y con Osmar Maderna "Pequeña"
(vals).
Una de las más notorias excentricidades juveniles
de Homero, siguiendo posiblemente la trayectoria comercial de su padre,
fue hacerse bolichero. Instaló en el centro de Zárate
un pequeño restaurante de menús selectos y legítimos
vinos importados. "Lo de Homero" se denominó. Rotundo fracaso
financiero a corto plazo. Concurrían los numerosos amigos a comer
y a beber generosamente gratis, como en su casa, sin la menor intención
de pagar. Y también los amigos de los amigos, provistos de igual
caradurismo. Pensó Homero que la señalada falla comercial,
se debía a la proximidad de sus amistades justamente en Zárate.
Decidió cambiar de territorio. Se instaló en Mar del Plata
(ciudad balnearia a 400 km de Buenos Aires). Exactamente en Punta Mogotes,
en la esquina de las calles Falucho y Jujuy. "El Sibarita" se llamaba
ahora, con una denominación más ambiciosa. Y una mayor
catástrofe económica que la de Zárate. Siempre
la legión de amigos gratis. No podía seguir. Se fundió.
Perdió todo lo que tenía. Y quedó endeudado. Resolvió
entonces poner fin a su descabellada aventura gastronómica. ¡Nunca
más comerciante!
Liberado totalmente de su desafortunada aventura gastronómica,
decidió Homero dedicarse a la atención de su repertorio
autoral, que requiere una permanente vigilancia, más aún
en pleno apogeo, en el momento más intenso de difusión
en los años cuarenta. Ello implicaba viajar permanentemente de
día y de noche, de Zárate a Buenos Aires, y de Buenos
Aires a Zárate. Ya sea en tren, o en un antiquísimo automóvil
en estado lamentable, sin capota, que cuando llovía manejaba
Homero con una sola mano, sosteniendo con la otra un desteñido
paraguas abierto para no mojarse. Todo esto con increíble naturalidad.
Una tarde lo encontré muy fastidiado con Paco
García Jiménez -siempre tan solemne- porque no le
había aceptado a Homero subir al carruaje...
Cuando D. Manuel Expósito decide en 1945 vender
su acreditada confitería de Zárate, Homero cada vez más
saturado del trajín de los viajes, se radica definitivamente
en Buenos Aires. Ahora consagrado a lo suyo, a la difusión de
su exitoso repertorio. E ingresa en los círculos directivos de
SADAIC (Sociedad Argentina de Autores y Compositores). Se incorpora
a los grupos juveniles de autores liderados por el vigoroso talento
de Homero Manzi, para remover y modernizar la vetusta estructura de
la vieja sociedad. Diría entonces Expósito «zarateño
nacido en Campana y definitivamente aquerenciado en Buenos Aires para
la actividad autoral». Se trata de desplazar a los jerarcas de
la hasta entonces administración canarista, aparentemente imposible
de ser eliminada. Dura lucha que propicia lisa y llanamente la eliminación
de Francisco Canaro para acceder a una nueva
presidencia de SADAIC. Inmensa tarea, pero gran unidad entre las generaciones
juveniles de autores y compositores. Y llega el momento de asumir la
conducción autoral con definitivos criterios de una total renovación.
Integra Homero Expósito como tesorero, prestigiosos
directorios en los años cincuenta. Como aquel presidido por Cátulo
Castillo, con Julio De Caro, José
Maria Contursi, Juan
José Guichandut, Pepe Razzano,
Manolo Parada, Ciriaco Ortiz, Vicente Demarco,
Aníbal Troilo, Homero Expósito,
Virgilio San Clemente y Armando 8aliotti.
Transcurren años de intensa labor organizativa
en SADAIC. Pero por diferencias tan frecuentes en el mundillo interno
de los autores musicales, renuncia Expósito a la tesorería
del directorio de SADAIC.
Y emprende de inmediato un postergado viaje a Europa.
Anda, recorre, conoce, aprende, acrecienta su gran ilustración
cultural. Europa. España, Francia. Nos encontramos en París.
Compartimos días y noches interminables e inolvidables, guiados
por el refinado conocimiento parisiense de Panchito Cao y Héctor
Grané.
Definitivamente alejado de la actividad autoral, y
del permanente patrocinio de su repertorio en presencia de los intérpretes
creadores que elaboraran la celebridad de cuanto compuso talentosamente
Homero Expósito, no se apartaba ya virtualmente de las inmediaciones
de su amable departamento céntrico de la calle Lavalle, a una
cuadra de SADAIC. Eludía encuentros callejeros, y motivos de
evocación de toda una vida brillantemente consagrada a la música
popular de la ciudad. Se fue apagando tenuemente la silueta vigorosa
y comunicativa del poeta siempre querido y admirado.
Convengamos en admitir que la producción autoral
de Homero Expósito conforma todo un ciclo de brillante e inspirada
creatividad en la poesía del tango. Su forma de composición
no tuvo continuadores. Contraste profundo acaso, con los músicos
del tango, cuyas influencias estilísticas se han sucedido en
todas las modalidades y en todas las épocas de su evolución.
La inimitable originalidad de Homero Expósito constituye así
un curioso fenómeno que contribuye a resaltar con más
nítidos perfiles la sobresaliente personalidad creadora de este
excepcional poeta popular de la ciudad, a quien nos atrevemos a considerar
el gran poeta del tango.
Un día cualquiera, el 23 de septiembre de 1987,
se nos fue "Mimo" Expósito, como cariñosamente le decíamos
sus amigos. Mimo Expósito, el imaginativo poeta de "un arco
de violín / clavado en un gorrión", se marchó
en silencio. Lo mismo que Margo, la sufrida heroína
de su bello poema, "sin canción y sin fe".
Originalmente publicado en la revista "Tango y
Lunfardo", Nº 74, Chivilcoy 12 de mayo de 1992.