Nació el 2
de diciembre de 1905 en el barrio porteño de Villa Crespo, en el seno de una
familia de músicos. Su padre, Adolfo Pugliese, tocaba la flauta en los
conjuntos de barrio, esencialmente en cuartetos. Dos de sus hermanos mayores,
Vicente Salvador y Alberto Roque, también eran músicos.
Adolfo, su
padre, lo ayudó a hacer sus primeros "palotes" en la música, le
compró un violín con el que fue enviado al Conservatorio Odeón del barrio de
Villa Crespo. Pero en este lugar encontró el instrumento que sería parte de su
vida y el que lo destacaría por encima de muchos: el piano.
Estudió con
grandes maestros como Vicente Scaramuzza y Pedro Rubione, con los cuales se
convirtió en un extraordinario pianista.
A los quince
años ya integraba un trío junto al bandoneonista Domingo Faillac y el
violinista Alfredo Ferrito, con los que debutó ante el público en un bar de
barrio llamado Café de la Chancha, nombre que le otorgaran los parroquianos en
alusión a la poca higiene de su dueño y del lugar.
Tiempo
después pudo llegar a la Gran Ciudad, Buenos Aires, donde debutó integrando un
conjunto que tenía, como particularidad, a la primera mujer bandoneonista del
país: Francisca Cruz Bernardo, más conocida como "Paquita", "La
Flor de Villa Crespo", directora de aquella orquesta típica, quien aceptó
su alejamiento en aras de un mejor porvenir económico.
Más tarde, y
ya con mucha más experiencia y soltura, formó parte del cuarteto de Enrique
Pollet (1924), y luego de la orquesta de otro famoso de su tiempo, Roberto
Firpo. Ya en 1926, era el pianista de la orquesta del gran bandoneonista Pedro
Maffia, continuado con su ascenso en el mundo del tango y tomando cada día más
y más prestigio.
Pero el
sueño de Osvaldo Pugliese era tener su propia orquesta. Fue así que se
desvinculó de la de Pedro Maffia, en 1929, junto con el violinista Elvino
Vardaro para formar su propio conjunto. Ambos tocaron por primera vez en el
café Nacional con gran repercusión, lo que los empujó a hacer una gira por todo
el país. Sin embargo, la gira fue un fracaso económico y debieron empeñar parte
de sus instrumentos para conseguir los pasajes de regreso a su ciudad. A su
retorno integró la orquesta de Alfredo Gobbi y más tarde acompañó a Daniel
Héctor Álvarez, Roberto Firpo y Miguel Caló.
Pero
Pugliese nunca abandonó su sueño y fue así que en 1936 creó un sexteto junto a
Alfredo Calabró, Juan Abelardo Fernández y Marcos Madrigal (bandoneones),
Rolando Curzel y Juan Pedro Potenza (violines), Aniceto Rossi (contrabajo), del
cual era su director. Debutaron en la famosa Avenida Corrientes, en el
Germinal. Este fue el punto de partida de su orquesta, que fue presentada en el
café El Nacional el 11 de agosto de 1939, con la dirección de Pugliese desde el
piano y Enrique Alessio, Osvaldo Ruggiero y Alberto Armengol en bandoneones,
Enrique Camerano, Julio Carrasco y Jaime Tursky en violines, Aniceto Rossi en
contrabajo y, como cantor, Amadeo Mandarino,2orquesta que, aunque con los
lógicos recambios, lo acompañó durante 55 años. Así, por ejemplo, a fines de
1943 Oscar Herrero se incorporó como segundo en la fila de violines y estuvo en
la orquesta 25 años y trabajó junto a Emilio Balcarce (que reemplazó a Tursky)
y Francisco Sammartino (viola).
Durante ese
período, Don Osvaldo compuso más de 150 temas, algunos muy famosos como
Recuerdo, La Beba, Negracha, Malandraca y su himno La yumba. Además grabó más
de 600 temas de otros autores.
Por su
orquesta pasaron cantores de la talla de Roberto Beltrán,4Roberto Chanel,
Alberto Morán, desde 1944, Jorge Vidal, Jorge Maciel, Miguel Montero, Alfredo
Belusi, Adrián Guida y Abel Córdoba, este último cantó durante 30 años en la
orquesta de Pugliese.
Tal era la
talla artística de este hombre que en 1985 logra lo que nadie hasta entonces:
el 26 de diciembre de ese año, para festejar su cumpleaños número 80, su
orquesta tocaría en el conocidísimo Teatro Colón de la Ciudad de Buenos Aires,
lugar reservado casi exclusivamente para la música y lírica académicas.
Obviamente el teatro estaba repleto de público viendo al maestro interpretar
obras de sus, por entonces, 46 años ininterrumpidos de actividad.
Finalmente,
el 25 de julio de 1995 y después de una breve enfermedad, falleció a los 89
años en la ciudad de Buenos Aires, su ciudad. Sus restos fueron velados en el
Concejo Deliberante de la Ciudad de Buenos Aires y luego llevados hacia el
cementerio de la Chacarita por la emblemática avenida Corrientes a contramano
del tránsito. Allí descansan, en un imponente mausoleo construido con el aporte
de amantes del tango de muchos países del mundo a partir del trabajo de una
Comisión de Amigos y de la perseverancia y el empuje de su viuda y compañera de
vida Lydia Elman. Para gozo de aquellos que lo admiraron, su estirpe sigue viva
en otra gran pianista: Beba Pugliese, su hija y en Carla Pugliese, su nieta,
también pianista y gran innovadora del tango.