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martes, 26 de noviembre de 2013

JULIO SOSA

Cantor
(2 de febrero de 1926 – 26 de noviembre de 1964)
Apodo: El Varón del Tango





Sin lugar a dudas, Julio Sosa fue el último cantor de tango que convocó multitudes. Y en ello, poco importó que casila mitad de su repertorio fuera idéntico al de Carlos Gardel, aunque también es cierto que interpretó algunos títulos contemporáneos. Como dice el investigador Maximiliano Palombo, fue una de las voces más importantes que tuvo el tango en la segunda mitad de los años cincuenta y principios de los sesenta, época en que la música porteña pasaba por un momento no demasiado feliz".
Posteriormente, dada su temprana muerte, se intentó repetir con él el mito Gardel, pero Sosa no era Gardel la extroversión y la carencia de ternura de su voz lo alejaban del paradigma del cantor de tangos. Por otra parte, al perderse su imagen, desaparecieron sus condiciones actorales, tan unidas al sentido de lo que cantaba.
De todas maneras, quedó su recuerdo, sobre todo en la generación que lo vio surgir y en las posteriores, como una de las más reconocibles e insoslayables figuras de la historia del tango.
Con el nombre de Julio María Sosa Venturini, nació en la localidad de Las Piedras, departamento de Canelones, Uruguay, el 2 de febrero de 1926, en el matrimonio formado por Luciano Sosa, peón rural, y Ana María Venturini, lavandera.
Apenas terminados los estudios primarios, la pobreza lo llevó a enfrentar la vida con cualquier conchabo que se le presentara. De ese modo, ejerció las más diversas ocupaciones: ayudante de mercachifle, vendedor ambulante de bizcochos, podador municipal de árboles, lavador de vagones, repartidor de farmacia, marinero de segunda en la aviación naval...
Pero sus ambiciones eran otras. Y tras esas ambiciones, intervenía en cuanto concurso de cantores se le pusiera a tiro. También apareció el amor, que lo condujo al altar con sólo dieciséis años; dos más tarde, se separó de aquella muchacha, llamada Aída Acosta.
Por entonces, se inició profesionalmente en la ciudad de La Paz (Uruguay) como vocalista de la orquesta de Carlos Gilardoni. Se trasladó luego a Montevideo, para cantar con las de Hugo Di Carlo, Epifanio Chaín, Edelmiro "Toto" D'Amario y Luis Caruso. Con esta última, llegó al disco, donde dejó cinco interpretaciones para el sello Sondor en 1948.
En junio del año siguiente, ya estaba en Buenos Aires cantando en cafés, como el Los Andes, de la esquina de Jorge Newbery y Córdoba. También "realizó una prueba —señala Palombo— en la orquesta típica de Joaquín Do Reyes, pero el director consideró que la voz de Sosa era un tanto dura para el estilo interpretativo de su agrupación".
En agosto, lo descubrió el letrista Raúl Hormaza, que no demoró en acercarlo a Enrique Mario Francini y Armando Pontier, que andaban con ganas de sumar un nuevo cantor al que ya tenían en su típica, Alberto Podestá. De ganar veinte pesos por noche en el café, pasó a los mil doscientos mensuales con Francini-Pontier.
En abril de 1953, pasó a la típica de Francisco Rotundo, con la que grabó en Odeón y de cuyas placas se recuerdan aún verdaderas creaciones como las de "Justo el 31", "Bien bohemio" y "Mala suerte".
En junio de 1955 ingresó en la de Armando Pontier y registró sus grabaciones en Victor y Columbia. "La gayola", "¡Quién hubiera dicho!", "Padrino pelao", "Martingala", "Abuelito", "Camouflage", "Enfundá la mandolina", "Tengo miedo", "Cambalache", "Brindis de sangre" o "No te apures, Carablanca" fueron algunos de sus clásicos en esa etapa en que el éxito estaba ya completamente de su parte.
En 1958, contrajo un nuevo matrimonio, con Nora Edith Ulfed, con la que tuvo una hija, Ana María. Ya separado, reincidió, con Susana "Beba" Merighi, su compañera hasta el fin de sus días.
En 1960 reveló su otro aspecto artístico, el de poeta, con la publicación de un único libro, "Dos horas antes del alba". También incursionó en la letra tanguera con una muestra "Seis años", que lleva música de Edelmiro D'Amario.
A comienzos de 1960, se desvinculó de Pontier decidido a iniciar su etapa de solista. Convocó, entonces, al bandoneonista Leopoldo Federico para que organizara su orquesta acompañante. Con ella comenzó a grabar para el mismo sello en que lo hacía con Pontier, Columbia, en 1961, cuando ya estaba firmemente emplazado en el gusto popular.
El periodista Ricardo Gaspari, titular del departamento de prensa y promoción de la grabadora, lo bautizó "El varón del Tango" y de igual modo tituló a su primer larga duración. Todo parecía marchar viento en popa. Sólo había un inconveniente, enfrentarse al poderoso auge de la denominada "Nueva Ola", el show business de turno, con el que se venían cercenando nuestras raíces culturales en la juventud de la época. Pese al riesgo que ello parecía representar, Sosa logró una venta de discos impensable para un intérprete tanguero de aquellos días y tan abultada como la de cualquier cantante "nuevaolero".
Ese enfrentamiento con la "Nueva Ola" se representó a la perfección en la escena que protagonizó para la película "Buenas noches, Buenos Aires" (1964), en la que entonó y bailó con Beba Bidart "El firulete", ante unos jóvenes "twisteros" que terminaban por pasarse a los cortes y quebradas.
La realidad no estaba lejos; Sosa logró que una juventud desorientada volviera a la música que le pertenecía. Es por ello que quienes eran jóvenes entonces han olvidado las tonterías de las letras "nuevaoleras" y siguen escuchando al cantor de Las Piedras.
Al margen del tango y la poesía, Sosa tuvo otra pasión los automóviles. Fue propietario de un Isetta, un De Carlo 700 y un DKW modelo Fissore; con los tres terminó por chocar, debido a su gusto desmedido por la velocidad. El tercero resultó fatal. Durante la madrugada del 25 de noviembre de 1964, se llevó por delante una baliza luminosa en la esquina de la avenida Figueroa Alcorta y Mariscal Castilla (Buenos Aires).
Fue internado en el Hospital Fernández y luego trasladado al Anchorena, en el que dejó de existir el día 26 a las 9:30. Sus restos comenzaron a ser velados en el Salón La Argentina y el exceso de público obligó a continuar el velatorio en el Luna Park (legendario estadio de box con capacidad para 25.000 personar). El 24 había cantado por radio su último tango, "La gayola". El final parecía profético "pa" que no me falten flores cuando esté dentro "el cajón".
Publicado originalmente en el fascículo 39 de la colección Tango Nuestro editada por Diario Popular.

ROBERTO CHANEL

Cantor y compositor
(26 de noviembre de 1914 - 24 de julio de 1972)
Nombre real: Alfredo Mazzocchi
Apodo: El Turco

Fue un cantor excelente, delicado, de una tibia dulzura, típico
exponente de su época. Y sin embargo, no trascendió más allá del conocimiento de los cultores del tango, de los coleccionistas, a lo sumo, de los que vivieron su momento. Para los muy conocedores, fue el mejor vocalista de Pugliese, no el más popular ni el más famoso, si no el que mejor y con más calidad representó al maestro. Su versión del tango "Farol" de los hermanos Expósito es un clásico del género.
Hijo de italianos, fue el menor de cinco hermanos. Nació en el centro geográfico de la ciudad de Buenos Aires, en el barrio de Caballito. El padre era napolitano y trajo de su pueblo un acordeón que ejecutaba todos los días. Seguramente por ese motivo, los tres hijos varones aprendieron a tocar la guitarra y a cantar. Con el tiempo y ya adolescentes, formaron un trío con el que recorrieron el barrio y sus alrededores.
Más adelante, dos de ellos llegaron a la radio, pero sólo como músicos. Tocaron en LR8 Radio París, Radio Mitre y Splendid, acompañando durante mucho tiempo, entre otros, a la cancionista Laurita Esquivel y a Néstor del Campo, quien luego se convertiría en relator de fútbol, con su verdadero nombre: Ernesto Veltri.
Pese a tener trabajo como ejecutante, Chanel nunca dejó de cantar. Se presentó en concursos donde obtuvo los premios más importantes, pero no le ofrecían un lugar como vocalista, no conseguía que nadie se fijara en él.
Cuando se muda de Caballito al barrio de Villa Luro, al oeste de la ciudad, conoce al músico y pianista Armando Cupo de quien se hace muy amigo. Cupo se entusiasma con su modo de cantar y se lo presenta a "El cieguito" Tarantino (padre del pianista Osvaldo Tarantino), quien lo invita a integrarse a su sencilla formación que, en esos momentos, tocaba en el palco del famoso café Nacional. Todo fue bien, por fin debutaba como cantor.
En ese mismo escenario, a mediados de 1939, Osvaldo Pugliese se presentaba con su nueva orquesta con los cantores Amadeo Mandarino y Augusto Gauthier. Actúa durante varios años y, en 1943, se queda sin los dos cantores. Mandarino deja a don Osvaldo para irse con Troilo y Gauthier hace lo mismo pero para incorporarse a los "Zorros grises" de José García.
A raíz de esta situación, el dueño del café le propone al maestro que escuche al promisorio Mazzocchi, "El Turco", vocalista de Tarantino. Pugliese lo prueba y lo incorpora inmediatamente junto a Alberto Lago, quien permanecerá muy poco tiempo.
El cantor adopta el nombre artístico Roberto Chanel por una idea de Julio Jorge Nelson que se inspiro en un cartel de publicidad de una joyería.
La primera grabación de la orquesta para el sello Odeon fue el 15 de julio de 1943, los temas fueron: "El rodeo" (de Agustín Bardi) y "Farol" (de los hermanos Expósito).con la voz de Chanel.
Con Pugliese graba 31 temas (tres a dúo con Alberto Morán), en los que se destacan también "Fuimos" (José Dames y Homero Manzi), "Consejo de oro" (de Arquímedes Arci), "El sueño del pibe" (de Juan Puey y Reinaldo Yiso) y "Yo te bendigo" (de Juan de Dios Filiberto y Juan Andrés Bruno).

Nos cuenta el propio cantor: «Con Pugliese siempre nos llevamos bien, a pesar que por sus ideas políticas, varias veces fuimos en cana (Pugliese estaba afiliado al partido comunista). Una vez en el micro en que viajábamos al club Terremoto de Barracas, Pugliese nos repartió cachiporras y nos dijo: «-Por si hay lío muchachos», suerte que no las usamos.»
La investigadora Nélida Rouchetto lo definió así: «Con sus arrastres nasales, su canyengue y su dicción de hombre de pueblo mantenía frescas las raíces populares que crearon la música ciudadana. Fue Chanel quien se identifico como un instrumento de la orquesta, al modo de una viola, como puede comprobarse desde su primera grabación».
Desvinculado de Pugliese, formó parte de la orquesta de Florindo Sassone con quien realiza 16 registros para el sello RCA-Victor. Alguno de los títulos fueron: "Corrientes angosta" (de Ángel Gatti), "Ríe payaso" (de Virgilio Carmona y Emilio Falero) y "Flor de fango" (de Augusto Gentile y Pascual Contursi).
Luego se transforma en solista acompañado primero, por la orquesta de Ángel Domínguez y después, por el conjunto de Oscar Castagniaro.
Como compositor y letrista, su tema más logrado, por la respuesta del público, fue "Oración rante", con letra de Aldo Queirolo. También le pertenecen: "El soldado" y "Mambo" (ambos con letra de Reinaldo Yiso), "Hoy la espero a la salida" (letra de Raúl Hormaza), "Sinforosa" (milonga con letra propia), "Corrientes bajo cero" (letra de Aldo Queirolo) y "Escuchame Manón" (con música de Francisco Pracánico, entre otros.
El recordado semanario "Primera Plana", en su número 406 del 10/11/1970, sin firma del responsable, publicó una entrevista que se le hiciera a Chanel:
«Por ahí andan diciendo que estoy casi ciego y en la miseria. ¡Por favor! Estoy muy bien. Hace cuatro años que me operaron el ojo izquierdo, y ahora pronto, el derecho. Cataratas ¿Sabe? Mucha gente las tiene. ¡Cuchillo y chau!
«Roberto Chanel, 55, casado, cubría con prevenciones una pregunta que imaginaba. Con toda lentitud encendió un cigarrillo, lo pitó varias veces: «No vivo como los ricos: vivo bien. No me falta nada; tengo televisión y hasta una guitarra nueva».
«A los pesos que recibe de jubilación como cantor, se deben agregar unos pocos más por derechos de autor. Y no le vino nada mal un beneficio que se le hizo en el club Huracán el día 8 de mayo. El actor José Marrone, en representación del Sindicato de Artistas de Variedades, le entregó una suma equivalente a casi tres de su sueldo habitual. Fue una noche de emociones: el abrazo de Pugliese y el reencuentro con los tangos que impuso.
«Ahora se levanta y camina, pero con alguna dificultad: un episodio de hipertensión disminuyó su libertad ambulante. Toma la nueva guitarra, demora en acomodarse y surge la melod1a de "Andá que te cure Lola". No la canta, la tararea: también su voz perdió fuerzas. «Poco a poco me voy recuperando. Tres veces por semana, en el hospital Piñero me dan calor y masajes».»
Triste final de un gran artista que hubiera, al menos merecido, la trascendencia que dA el reconocimiento popular. Murió joven, a los 57 años, en compañía de su guitarra y sus recuerdos.

FRANCISCO CANARO

Violinista, director y compositor
(26 de noviembre de 1888 - 14 de diciembre de 1964)
Apodo: Pirincho 


Uruguayo de la ciudad de San José de Mayo, la suya es una
historia densa, desbordante de situaciones, preñada de anécdotas, algunas de las cuales asumieron categoría de mitos. Niño nacido en la mayor pobreza, que no tuvo estudios, su única opción fue el trabajo. Cuando con su certero instinto encontró el camino de la música, logró lo que se propuso: éxito y fortuna. Los egoísmos y las mezquindades que como todo ser humano pudo haber abrigado pasaron a segundo plano. Su labor y sus ideas fueron ejemplos a seguir. Y fue el aglutinante de sus compañeros, pues desde 1918 luchó por los derechos autorales, no reconocidos en esos tiempos, hasta culminar en la creación de la actual SADAIC (Sociedad Argentina de Autores y Compositores de Música), fundada en 1935 y cuyo edificio fue erigido en terrenos adquiridos por Canaro.
Sus comienzos se confunden con los de la historia del tango. Tanto que un programa radial de mediados de los '50 acuñó una frase comodín para referirse a cualquier hecho muy antiguo: «De cuando Canaro ya tenía orquesta». Su fortuna dio pábulo, además, a un dicho popular: «Tiene más plata que Canaro», con el que se aludía a la opulencia de alguien. Se cuenta que estando Canaro con Gardel en el hipódromo, éste le pidió quinientos pesos (una suma entonces enorme) para apostar, pero advirtiéndole que se olvidara de la deuda: «Yo soy pobre, y vos tenés toda la guita (dinero) del país.» Es que al lado de Canaro, hasta Gardel era pobre.
Canaro fue Pirincho desde el alumbramiento mismo. La partera, al tomarlo en sus manos, exclamó al verle tanto pelo y un mechón enhiesto: "¡Parece un pirincho!", aludiendo a un pájaro encrestado, común en el Río de la Plata. La familia llegó pronto a Buenos Aires, donde vivieron en casas de inquilinato (llamadas "conventillos"), en condiciones de extrema pobreza. Antes de cumplir los diez años ya voceaba diarios por la calle. Luego fue pintor de brocha gorda, y se empleó incluso en las obras del Congreso de la Nación.
La música lo atraía. Su primer logro con ella fueron unos tonos que pudo arrancarle a una guitarra gracias a las enseñanzas de un vecino zapatero. Pero lo cautivaba el violín. A falta de dinero para adquirir uno, improvisó su Stradivarius con una lata de aceite y un mango de madera. «El primer tango que saqué de memoria fue "El llorón", de autor anónimo -recordaría muchos años después-. El estuche me lo fabricó mi vieja; en realidad una funda de género, y ya salí a ganar algo de plata en bailes de la vecindad.»
Pero su debut oficial ocurrió en Ranchos, un pueblo perdido, a cien kilómetros de Buenos Aires. Se presentó allí con un trío, cuya actuación en aquel paraje duró poco, y por dos razones. Una fue que el palquito que sustentaba a los artistas tuvo que ser reforzado con chapas de hierro para guarecerlos de los balazos que solía intercambiar la clientela. La otra, que Canaro gustaba de las señoritas del local, atracción de la cual quiso disuadirlo el dueño del establecimiento, refiriéndole que el encargado de las muchachas tenía varias muertes en su haber.
De regreso a casa conoció a un nuevo vecino, el bandoneonista Vicente Greco -el mismo que poco tiempo después impusiera la denominación de Orquesta Típica a los conjuntos tangueros-. Canaro reconocería tiempo después lo que influyeron en él los conocimientos de Greco. Corriendo el 1908 ya estaba decidido que el camino de Canaro estaría en el tango. Actúa por entonces en los cafés concert que abundaban en el barrio de la Boca y su nombre comienza a ser reconocido. Luego se une a su amigo Greco y en diversas giras van encontrando la prosperidad que anhelaban.
En 1912 comenzó Canaro su trascendental labor de compositor con los tangos "Pinta brava". A lo largo de su vida acumuló tal número de obras que hasta hoy se discute cuántas realmente nacieron de su inspiración, y de cuántas se apropió a cambio de favores o dinero. Pero como sostuvo el estudioso del tema Bruno Cespi, «con que Canaro haya compuesto sólo el cinco por ciento de todos los temas que firmó bastaría para considerarlo un grande.»
"Matasano" lo escribió, en 1914, a pedido de los estudiantes de medicina a punto de recibirse, que en el día de la primavera organizaban los llamados "Bailes del internado". Fue en uno de ellos cuando, contratado para presentarse con su conjunto, formado al efecto, por primera vez empuñó la batuta. Su orquesta fue la primera en ingresar en residencias aristocráticas, donde el tango era resistido.
Musicalmente sus conjuntos no cultivaron un estilo definido. Canaro prefirió adaptarse a cada momento, encontrando siempre la manera de conservar su espacio sin entrar en competencia con otros astros del género. Sobre el abultado número de sus grabaciones no hay estimaciones coincidentes: las cifras varían entre 3500 y 7000.n 1924 concibió la ocurrencia de incorporar un cantor a la orquesta, aunque sólo para entonar el estribillo, breve tema central de cada tango. Dio así inicio a la era de los "estribillistas" o "chansonniers", el primero de los cuales fue Roberto Díaz. Varios años antes, Canaro había sido también pionero en la incorporación del contrabajo a la orquesta de tango, eligiendo para ese menester al morocho Leopoldo Thompson. En 1921, para animar los carnavales en el ya desaparecido teatro Opera, de Buenos Aires, formó una orquesta de 32 músicos, masa orquestal desconocida por el tango hasta ese momento.
En 1925 marchó a París, donde el tango hacía furor. Ya estaban allí, entre otros, Manuel Pizarro y sus hermanos, cada uno con una diferente orquesta "Pizarro", y Canaro hizo lo propio con sus hermanos. Había llevado consigo a sus estribillistas Agustín Irusta y Roberto Fugazot, dúo al que unió con el pianista Lucio Demare. El resultante trío triunfaría en España y otros países de Europa por más de diez años. También presentó en París una cancionista, Teresa Asprella, ya residente en Francia, y cuando viajó a Estados Unidos convocó a Linda Telma.
Cuando regresó al país tras dos años de ausencia, buenas orquestas concitaban la preferencia del público. Sagazmente, Canaro emprendió una extensa gira por el interior del país para hacerse conocer en todos los rincones. Luego, a medida que la radiofonía cobraba auge, la utilizó a fondo, hasta convertirse en la mayor estrella del éter. Aunque otros músicos habían evolucionado y desarrollado estilos personales, el apellido Canaro era conocido por todos.
El teatro musical no fue su creación, pero todas las revistas que produjo fueron exitosas. Se valía de mínimos argumentos como pretexto para presentar sus números musicales. Sus cantores eran galanes, y a algunos tangos los modificaba para convertirlos en "sinfónicos", utilizándolos como oberturas o intermezzi, ejecutados por la orquesta desde el foso. Exhumaba antiguos tangos, rebautizándolos, y les volvía a cambiar el nombre si se les agregaba letra. Así, su tango sinfónico "Pájaro azul" provenía de su anterior "Nueve puntos"; "Halcón negro", de 1932, era previamente "La llamada", y ya con letra pasó a ser "Rosa de amor". Trató asimismo de imponer un nuevo ritmo, el tangón, que no resultó. También intentó con el milongón.
Su único fracaso se lo propinó el cine. Fundó la productora Río de la Plata, pero ninguna de las películas de ese sello le dio ganancias, y más tarde le costó desprenderse de la empresa.
Algunas de sus composiciones exitosas fueron "El chamuyo", "El pollito", "Charamusca", "Mano brava", "Nobleza de arrabal", "La tablada", "Destellos", "El opio", "Sentimiento gaucho", "La última copa", "Déjame", "Envidia", "Se dice de mí", "La brisa", "Madreselva" (anteriormente "La polla") y "El tigre Millán".
En 1956 publicó sus memorias, tituladas "Mis 50 años con el tango", abundantes en adjetivaciones. Un extraño mal, la enfermedad de Paget, lo condujo a la muerte. Su fortuna fue repartida en partes iguales entre su esposa legal, "la francesa", por un lado, y las hijas nacidas de sus amores con una muchacha del coro de una de sus revistas, por el otro. En Montevideo una calle lleva su nombre. Hasta hoy, en Buenos Aires, ningún cine, ningún teatro, ninguna calle lo recuerda.
 

La guerra gaucha (película)

La guerra gaucha es una película argentina, dirigida por Lucas Demare protagonizada por Enrique Muiño, Francisco Petrone, Ángel Magaña y Amelia Bence entre otros. El guion fue realizado por Homero Manzi y Ulyses Petit de Murat sobre el libro del mismo nombre (1905) de Leopoldo Lugones. Se estrenó el 20 de noviembre de 1942. Se la ha considerado "la película de más éxito del cine argentino, y también una de las mejores".
La película, de tono épico, transcurre en 1817 en la provincia de Salta (noroeste de Argentina). Su contexto histórico está dado por las acciones de guerrilla de los gauchos partidarios de la independencia, bajo el mando del general Martín Güemes, contra el ejército regular realista que respondía a la monarquía española.
Para la filmación de exteriores se construyó una aldea en la misma zona donde se desarrollaron los acontecimientos que inspiraron la película. Las escenas de conjunto, para las cuales se contó con el concurso de unos mil participantes, no habían tenido precedente en el cine argentino.
Tanto la génesis de la película como su contenido se encuentran vinculados con el particular momento histórico de Argentina en el que había un intenso debate sobre si el país debía pronunciarse en favor de uno de los bandos o mantener su neutralidad en relación a la Segunda Guerra Mundial que se encontraba en pleno desarrollo.
La exaltación en la obra de los valores ligados al nacionalismo expresados en la conjunción del pueblo, el ejército y la iglesia en la lucha en defensa de la tierra fue considerada por algunos como una anticipación de la ideología de la revolución que el 4 de junio de 1943 desplazó al desprestigiado gobierno de Ramón Castillo.
La película fue producida por Artistas Argentinos Asociados, una cooperativa de artistas creada poco tiempo antes y requirió una inversión muy superior a la de otras producciones de la misma época pero su éxito de público permitió recuperar el costo en las salas de estreno, donde permaneció diecinueve semanas.

Día del Químico

El 26 de noviembre del año 1901 egresa Enrique Herrero
Ducloux, primer Doctor en Química del país, estableciéndose por ello, años después, esa fecha como "Día del Químico".
Enrique Herrero Ducloux fue el primer egresado del doctorado en Química de la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires. También fue un profesor universitario de vastísima trayectoria, decano de la Facultad de Ciencias Químicas de la Universidad de la Plata y un químico de primer nivel en el país.