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lunes, 28 de octubre de 2013

Miguel Calò

Bandoneonista, compositor y director
(28 de octubre de 1907 – 24 de mayo de 1972)  



En la historia artística del maestro Miguel Caló distinguimos dos etapas bien diferenciadas que revelan su evolución musical y sus dotes de gran director de orquesta.
Si bien su éxito más trascendente se relaciona con el tango de la década del cuarenta, su trabajo se inicia a fines del veinte y se consolida durante los años treinta.
La primera etapa se inicia con la orquesta de 1934, en la cual podemos verificar un estilo familiarizado con el de Fresedo y un sonido que nos recuerda a Di Sarli. Si bien antes había formado otros conjuntos, estos fueron más bien casuales y de poca trascendencia.
La orquesta de 1934 contaba en el piano con Miguel Nijensohn, quien va a dejar una impronta que marcará para siempre el estilo de la misma, aún después del cuarenta. Este instrumento será el encargado de encadenar las frases musicales, con una cadencia y un ritmo ideal para los bailarines.
Durante este tiempo podemos destacar la participación vocal de Carlos Dante, con quien graba 18 temas de una relevante belleza.
Alberto Morel y su hermano Roberto Caló fueron también cantantes de esta primera parte de su historia que duró hasta el año 1939.
El cuarenta nos revela la madurez de este gran director, capaz de convocar a un conjunto de músicos jóvenes de extraordinaria capacidad y solvencia, que con el tiempo pasaron a formar, todos ellos, sus propias agrupaciones.
En esta segunda etapa Caló desarrolla y profundiza todo un estilo que une el tango tradicional con la renovación de su época, sin estridencias, con una destacada presencia de los violines, una línea de bandoneones rítmica y un piano, espectacular, ejecutado el primer año por Osmar Maderna, quien fuera reemplazado después por Miguel Nijensohn, en su regreso a la orquesta.
Entre los músicos que formaron en su orquesta se destacan: Domingo Federico, Armando Pontier, Carlos Lazzari, Eduardo Rovira, Julián Plaza, José Cambareri (bandoneones), Enrique Francini, Antonio Rodio, Nito Farace (violines), Ariel Pedernera y Juan Fassio (contrabajo).
Miguel Caló no sólo promocionó grandes músicos, sino también grandes cantantes que debutaron profesionalmente en su orquesta, sirvan de ejemplo los casos de Raúl Berón, Alberto Podestá y Raúl Iriarte.
Con respecto a Berón podemos destacar que fue descubierto por Armando Pontier, quien lo presentó al director, y sobre esto hay una interesante anécdota.
Este cantor, junto con su hermano José, se dedicaban esencialmente al folklore, es más Raúl Berón sólo sabía alguna estrofa de algún tango. Por ese motivo, el maestro Caló lo llevó a su cabaret -Singapur-, para que se familiarizara con la música de su orquesta.
Después de armar un repertorio, el cantor acompañó al maestro en las actuaciones radiales. Pero ocurrió que a los directivos de la emisora no les gustó el cantor, y le sugirieron a Caló que se desvinculara de él. Con gran pesar, este le comunica que a fin de mes terminarían la relación.
En el ínterin sale a la venta el primer disco de Raúl Berón grabado con la orquesta, el tango "Al compás del corazón" de Domingo Federico y Homero Expósito, el que tiene un éxito de venta increíble.
Los mismos directivos que habían criticado negativamente al vocalista, felicitaron al maestro Caló por su elección y reconocieron su equivocación. Esto posibilitó que no se malograra una de las más importantes voces de nuestro tango y sin duda la mejor que tuvo la orquesta.
Miguel Caló fue un músico de formación teórica, que estudió violín y bandoneón.
A partir del año 1926 peregrina por diversas orquestas de gran importancia, entrando en la fila de bandoneones de la orquesta de Osvaldo Fresedo. En 1927 ingresa en la del pianista y director Francisco Pracánico.
En 1929 forma su primera orquesta, la que disuelve para unirse a la orquesta de poeta y pianista Cátulo Castillo en una gira por España. En esa gira también participaron los hermanos Malerba y el cantor Roberto Maida.
Regresa a Buenos Aires y reconstruye su orquesta con Domingo Cuestas (bandoneón), Domingo Varela Conte, Hugo Gutiérrez y Enrique Valtri en violines, Enzo Ricci en el contrabajo y el pianista Luis Brighenti.
Nuevamente es requerido para viajar al exterior y en 1931 viaja a los Estados Unidos con la orquesta de Osvaldo Fresedo. 
Ya en 1932, nuevamente como director de su orquesta, graba por primera vez, para el desaparecido sello Splendid los temas: "Milonga porteña" (tango del propio Caló, Luis Brighenti y letra de Mario César Gomila) y "Amarguras" (vals de Miguel Nijensohn y Jaime de los Hoyos). El cantor era Román Prince.
Miguel Caló no fue un compositor destacado, pero algunas de sus obras, en colaboración con Osmar Maderna (también autores de la letra), son increíblemente bellas tal los casos "Jamás retornarás" y "Qué te importa que te llore", ambos llevados al disco con la voz de Raúl Berón. El tango "Dos fracasos", con letra de Homero Expósito y la milonga "Cobrate y dame el vuelto", letra de Enrique Dizeo, también fueron muy populares.
En 1961 junto a los bandoneonistas Armando Pontier y Domingo Federico, los violinistas Enrique Francini y Hugo Baralis, el piano Orlando Trípodi, y los cantores Raúl Berón, Alberto Podestá, Caló reconstituyó parte de la formación del cuarenta, denominándose "Miguel Caló y su orquesta de las estrellas". Actuaron en Radio El Mundo con tanto éxito que grabaron en el sello Odeón 12 nuevos temas (entre el 16/4/1963 y 7/6/1963).
La orquesta de Miguel Caló será recordada por la ejecución del mejor tango, el que trasciende su tiempo y que hoy es valorada por sus grandes condiciones artísticas y por una pléyade danzante que la evoca permanentemente con las notas de "Sans Souci" (de Enrique Delfino), quizás su interpretación emblemática.

Carlos Guastavino

Compositor y pianista, Carlos Vicente Guastavino (5-4-1912;
29-10-2000) nació y falleció en Santa Fe, ciudad capital de la homónima provincia argentina. De allí partió, con la pujanza característica de los jóvenes provincianos eclipsados por la inquietante actividad cultural y económica de Buenos Aires. Allí regresó, anciano ya, para compartir los últimos años de su existencia con su terruño y descansar definitivamente en la localidad aledaña de San José del Rincón, aquella que se evoca de manera tan intensa en la canción "Pueblito, mi pueblo".
Descendiente de inmigrantes italianos, su niñez transcurrió en el seno de una familia que, como muchas de principios del siglo XX, era aficionada a la música. Sus padres, Amadeo Eusebio y Josefina ejecutaban la guitarra y el mandolín respectivamente. Su tío Pedro improvisaba en el clarinete y su hermano mayor, José Amadeo, en el piano. Espontaneidad e intuición musical fueron las primeras experiencias lúdicas de Carlos, el tercero de aquellos seis hermanos, que apenas con cuatro años de edad, siendo discípulo de la pianista Esperanza Lothringer, debutó en el Teatro Municipal en la interpretación de una pequeña composición para dúo de violín y piano escrita por ella.
Aprehendió la música popular rural de manera espontánea, sintiéndose impactado especialmente por el cielito y el triste. Aún anciano, recordaba de memoria y con especial cariño aquellas coplas que su tío Pedro, un hombre de campo natural de la provincia de Buenos Aires, solía cantar en sus visitas a Santa Fe.
Atraído por las Ciencias Exactas desde la adolescencia, luego de finalizar el bachillerato, abordó la carrera de Ingeniería Química en la Universidad Nacional del Litoral sin abandonar, sin embargo, su actividad como concertista de piano. En 1937, tomó contacto con Héctor Ruiz Díaz, siendo clave la experiencia de trabajar a dos pianos con él para su decisión de dedicarse exclusivamente a la música. Con una beca del Ministerio de Instrucción Pública de su provincia, prosiguió estudios de perfeccionamiento en la capital argentina.
Ya establecido en Buenos Aires, luego de un paso fugaz de unos pocos meses por el Conservatorio Nacional de Música, continuó estudios en forma privada con el compositor y pedagogo Athos Palma. Con él sistematizó, en un lapso de tiempo intensamente breve, su bagaje de conocimientos empíricos previos, en especial en las disciplinas de armonía, morfología y contrapunto.
Una vida de viajes e intensas experiencias artísticas fue la que llevó durante la década de los años 40’ y 50’. Itinerarios por países limítrofes de Argentina, dos estancias en Londres –una, como parte de una gira europea que incluyó otras ciudades y otra, gracias a una beca del British Council- y además, algunos meses de gira por la Unión Soviética y China en 1956, fueron cimentando su fama de compositor-pianista destacado en el ámbito de su propio repertorio vocal de cámara y pianístico de corte nacionalista.
La posibilidad desde sus comienzos de acceder a la publicación de sus composiciones en la Editorial Ricordi no fue por cierto un tema menor: ello le abrió una vía inmensa de circulación en el ámbito internacional que permitió una vasta divulgación de su música. Su producción es extensa en el campo del repertorio de cámara y solístico: incluye piezas vocales con piano, obras corales a cappella, para grupos instrumentales, piano y guitarra. Algunas alcanzaron tanta difusión que necesitaron ser reiteradamente reeditadas (los casos de las canciones Pueblito, mi pueblo y Se equivocó la paloma y del Bailecito para piano fueron y siguen siendo los más notables en este sentido).
Reconocidos intérpretes clásicos y populares como Concepción Badía, Victoria de los Angeles, Joan Manuel Serrat, Alfredo Krauss, José Carreras, Teresa Berganza, Jorge Chaminé, John Williams, Mercedes Sosa, José Cura, Rudolf Firkusny, Víctor Villadangos, Marcos Fink, Eduardo Falú, Gerard Souzay, entre muchos otros, han abordado su música en conciertos y grabaciones a lo largo del siglo XX. Su discografía es muy amplia y en la actualidad continúa creciendo sin pausa. Algunas canciones han sido traducidas a otros idiomas y se escuchan en Indonesia, Japón, Australia, aparte de Europa y Estados Unidos.
Es Guastavino uno de los pocos exponentes del nacionalismo musical argentino que goza de un reconocimiento internacional. Así lo interpretó en 1987 la Organización de los Estados Americanos (OEA) y el Consejo Interamericano de Música (CIDEM) que lo homenajearon con la máxima distinción de ese organismo. Recibió además el "Premio Consagración Nacional" de la Secretaría de Cultura de la Nación (1992), una distinción de la "Asociación de Críticos Musicales de Argentina" (1993), el reconocimiento de la localidad bonaerense de San Pedro como "Ciudadano Ilustre" (1993) por la canción El Sanpedrino (en colaboración con León Benarós) y la declaración como "Personalidad Emérita de la Cultura Argentina" por parte de la Presidencia de la Nación (1999). En 2009 se le otorgó el Premios Konex de Honor, como personalidad musical relevante fallecida en la década anterior.