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lunes, 16 de abril de 2018







                                        16 de Abril


1969 - Se registra la zamba “La Pomeña”, con música de Gustavo Leguizamón y letra de Manuel J. Castilla. Los anónimos personajes regionales revalorizados por la canción:


“Eulogia Tapia en La Poma
al aire da su ternura,
si pasa sobre la arena
y va pisando la luna". 

 
Su madre la llamó un día al grito de "Eulogia, Eulogia. Acaba de salir por la radio una zamba que te nombraba. Hablaba del blanco y de la caja". A través de este hecho de la vida cotidiana, Eulogia sabe que la letra de "La Pomeña" la tiene como protagonista de la inmortal canción.
La zamba musicalizada por Cuchi Leguizamón describe aquel carnaval en que la legendaria coplera venció al barbudo poeta Manuel Castilla en dos contrapuntos de coplas, el primero en el Bar la Flor del Pago, y el segundo cuando Castilla, todavía con la sangre en el ojo por la primera derrota, fue hasta el rancho de la familia Tapia a pedir la revancha. Allí se vio nuevamente derrotado por el ingenio coplero de la Eulogia. Ya resignado, al dejar La Poma, Manuel Castilla decidió plasmar sus derrotas en una poesía. Y así quedó escrita la historia que transformó a Eulogia Tapia en una leyenda. Sin embargo, ajena a la fama otorgada por la popular zamba que forma parte del repertorio de la mayoría de los intérpretes del folclore, Eulogia continúa su tranquila vida de pastora en La Poma.
Hoy Eulogia, de avanzada edad, se convirtió en una leyenda que deambula por los caminos del norte. Y a pesar de la popularidad de su nombre sus cosas no han cambiado. Cada mañana, apenas asoma el sol, ella sale de su humilde rancho de adobe para ordeñar sus cabras y seguir cortando el trigo de su pan. Llegado el mediodía, saca unas hojitas de coca de su bolsillo y matea con su marido, mientras trata de encontrar un nuevo secreto en las flores de alfalfa que cubren su territorio.
"El sauce de tu casa, te está llorando -canta la zamba-. Porque te roban, Eulogia, carnavaleando". Y para esta mujer norteña esas líneas se explican sencillamente: "Habrán escrito que el sauce de mi casa lloraba porque aquella tarde, aprovechando que andábamos de contrapunto y nadie pastoreaba, algún avivado anduvo robando cabras. Y se llevó bastantitas" explica. "Después encontré varias maneadas en un bajo".