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martes, 26 de noviembre de 2019








Francisco Canaro 

Nombre real: Canaro, Francisco
Seudónimo/s: Pirincho
Violinista, director y compositor
(26 noviembre 1888 - 14 diciembre 1964)
Lugar de nacimiento:
San José de Mayo (San José) Uruguay

 
Uruguayo de la ciudad de San José de Mayo, la suya es una historia densa, desbordante de situaciones, preñada de anécdotas, algunas de las cuales asumieron categoría de mitos. Niño nacido en la mayor pobreza, que no tuvo estudios, su única opción fue el trabajo. Cuando con su certero instinto encontró el camino de la música, logró lo que se propuso: éxito y fortuna. Los egoísmos y las mezquindades que como todo ser humano pudo haber abrigado pasaron a segundo plano. Su labor y sus ideas fueron ejemplos a seguir. Y fue el aglutinante de sus compañeros, pues desde 1918 luchó por los derechos autorales, no reconocidos en esos tiempos, hasta culminar en la creación de la actual SADAIC (Sociedad Argentina de Autores y Compositores de Música), fundada en 1935 y cuyo edificio fue erigido en terrenos adquiridos por Canaro.
Sus comienzos se confunden con los de la historia del tango. Tanto que un programa radial de mediados de los 50 acuñó una frase comodín para referirse a cualquier hecho muy antiguo: «De cuando Canaro ya tenía orquesta». Su fortuna dio pábulo, además, a un dicho popular: «Tiene más plata que Canaro», con el que se aludía a la opulencia de alguien. Se cuenta que estando Canaro con Gardel en el hipódromo, éste le pidió quinientos pesos (una suma entonces enorme) para apostar, pero advirtiéndole que se olvidara de la deuda: «Yo soy pobre, y vos tenés toda la guita (dinero) del país». Es que al lado de Canaro, hasta Gardel era pobre.
Canaro fue Pirincho desde el alumbramiento mismo. La partera, al tomarlo en sus manos, exclamó al verle tanto pelo y un mechón enhiesto: «¡Parece un pirincho!», aludiendo a un pájaro encrestado, común en el Río de la Plata. La familia llegó pronto a Buenos Aires, donde vivieron en casas de inquilinato (llamadas conventillos), en condiciones de extrema pobreza. Antes de cumplir los diez años ya voceaba diarios por la calle. Luego fue pintor de brocha gorda, y se empleó incluso en las obras del Congreso de la Nación.
La música lo atraía. Su primer logro con ella fueron unos tonos que pudo arrancarle a una guitarra gracias a las enseñanzas de un vecino zapatero. Pero lo cautivaba el violín. A falta de dinero para adquirir uno, improvisó su Stradivarius con una lata de aceite y un mango de madera. «El primer tango que saqué de memoria fue “El llorón”, de autor anónimo —recordaría muchos años después—. El estuche me lo fabricó mi vieja; en realidad una funda de género, y ya salí a ganar algo de plata en bailes de la vecindad».
Pero su debut oficial ocurrió en Ranchos, un pueblo perdido, a cien kilómetros de Buenos Aires. Se presentó allí con un trío, cuya actuación en aquel paraje duró poco, y por dos razones. Una fue que el palquito que sustentaba a los artistas tuvo que ser reforzado con chapas de hierro para guarecerlos de los balazos que solía intercambiar la clientela. La otra, que Canaro gustaba de las señoritas del local, atracción de la cual quiso disuadirlo el dueño del establecimiento, refiriéndole que el encargado de las muchachas tenía varias muertes en su

haber.
De regreso a casa conoció a un nuevo vecino, el bandoneonista Vicente Greco —el mismo que poco tiempo después impusiera la denominación de Orquesta Típica a los conjuntos tangueros—. Canaro reconocería tiempo después lo que influyeron en él los conocimientos de Greco. Corriendo el 1908, ya estaba decidido que el camino de Canaro estaría en el tango. Actúa por entonces en los cafés concert que abundaban en el barrio de la Boca y su nombre comienza a ser reconocido. Luego se une a su amigo Greco y en diversas giras van encontrando la prosperidad que anhelaban.
En 1912, comenzó Canaro su trascendental labor de compositor con los tangos “Pinta brava [b]” y “Matasanos” (sarcasmo por médico). A lo largo de su vida acumuló tal número de obras que hasta hoy se discute cuántas realmente nacieron de su inspiración, y de cuántas se apropió a cambio de favores o dinero. Pero como sostuvo el estudioso del tema Bruno Cespi, «con que Canaro haya compuesto sólo el cinco por ciento de todos los temas que firmó bastaría para considerarlo un grande».
“Matasanos” lo escribió a pedido de los estudiantes de medicina a punto de recibirse, que en el día de la primavera organizaban los llamados Bailes del Internado. Fue en uno de ellos cuando, contratado para presentarse con su conjunto, formado al efecto, por primera vez empuñó la batuta. Su orquesta fue la primera en ingresar en residencias aristocráticas, donde el tango era resistido.
Musicalmente sus conjuntos no cultivaron un estilo definido. Canaro prefirió adaptarse a cada momento, encontrando siempre la manera de conservar su espacio sin entrar en competencia con otros astros del género. Sobre el abultado número de sus grabaciones no hay estimaciones coincidentes: las cifras varían entre 3500 y 7000.
En 1924, concibió la ocurrencia de incorporar un cantor a la orquesta, aunque sólo para entonar el estribillo, breve tema central de cada tango. Dio así inicio a la era de los estribillistas o chansonniers, el primero de los cuales fue Roberto Díaz. Varios años antes, Canaro había sido también pionero en la incorporación del contrabajo a la orquesta de tango, eligiendo para ese menester al morocho Leopoldo Thompson. En 1921, para animar los carnavales en el ya desaparecido Teatro Opera, de Buenos Aires, formó una orquesta de 32 músicos, masa orquestal desconocida por el tango hasta ese momento.
En 1925, marchó a París, donde el tango hacía furor. Ya estaban allí, entre otros, Manuel Pizarro y sus hermanos, cada uno con una diferente orquesta , Pizarro, y Canaro hizo lo propio con sus hermanos. Había llevado consigo a sus estribillistas Agustín Irusta y Roberto Fugazot, dúo al que unió con el pianista Lucio Demare. El resultante trío triunfaría en España y otros países de Europa por más de diez años. También, presentó en París una cancionista, Teresita Asprella, ya residente en Francia, y cuando viajó a Estados Unidos convocó a Linda Thelma.
Cuando regresó al país tras dos años de ausencia, buenas orquestas concitaban la preferencia del público. Sagazmente, Canaro emprendió una extensa gira por el interior del país para hacerse conocer en todos los rincones. Luego, a medida que la radiofonía cobraba auge, la utilizó a fondo, hasta convertirse en la mayor estrella del éter. Aunque otros músicos habían evolucionado y desarrollado estilos personales, el apellido Canaro era conocido por todos.
El teatro musical no fue su creación, pero todas las revistas que produjo fueron exitosas. Se valía de mínimos argumentos como pretexto para presentar sus números musicales. Sus cantores eran galanes, y a algunos tangos los modificaba para convertirlos en sinfónicos, utilizándolos como oberturas o intermezzi, ejecutados por la orquesta desde el foso. Exhumaba antiguos tangos, rebautizándolos, y les volvía a cambiar el nombre si se les agregaba letra. Así, su tango sinfónico “Pájaro azul” provenía de su anterior “Nueve puntos”; “Halcón negro”, de 1932, era previamente “La llamada”, y ya con letra pasó a ser “Rosa de amor”. Trató asimismo de imponer un nuevo ritmo, el tangón, que no resultó. También intentó con el milongón.
Su único fracaso se lo propinó el cine. Fundó la productora Río de la Plata, pero ninguna de las películas de ese sello le dio ganancias, y más tarde le costó desprenderse de la empresa.
Algunas de sus composiciones exitosas fueron “El chamuyo”, “El pollito”, “Charamusca”, “Mano brava [b]”, “Nobleza de arrabal [Caruso]”, “La tablada”, “Destellos”, “El opio”, “Sentimiento gaucho”, “La última copa”, “Madreselva”, “Déjame no quiero verte más”, “Envidia”, “Se dice de mí”, “La brisa”, “Madreselva” (anteriormente “La polla”) y “El Tigre Millán”.
En 1956, publicó sus memorias, tituladas Mis 50 años con el tango, abundantes en adjetivaciones. Un extraño mal, la enfermedad de Paget, lo condujo a la muerte, el 14 de noviembre de 1964. Su fortuna fue repartida en partes iguales entre su esposa legal, La Francesa, por un lado, y las hijas nacidas de sus amores con una muchacha del coro de una de sus revistas, por el otro.
 
 
 
 

Julio Sosa 

Nombre real: Sosa Venturini, Julio María
Seudónimo/s: El Varón del Tango
Cantor y poeta
(2 febrero 1926 - 26 noviembre 1964)
Lugar de nacimiento:
Las Piedras (Canelones) Uruguay
 

Nació en el seno de una familia humilde, hijo de Luciano Sosa , peón de campo, y Ana María Venturini, lavandera. En su juventud, a causa de la pobreza, ejerció varios empleos (popularmente conocidos como "changas").​ En 1942 se casó, con tan sólo 16 años, con Aída Acosta, de quien se separó tres años más tarde, en 1945.
Sus comienzos profesionales fueron como vocalista en la orquesta de Carlos Gilardoni en la ciudad de La Paz. Se fue a Buenos Aires en 1949. Llegó a triunfar en el Río de la Plata, siendo considerado uno de los cantores de tango más importantes de la segunda mitad del siglo XX.
Durante sus 15 años de trayectoria en Argentina, Sosa fue cantor de tres orquestas. La primera, Francini-Pontier (1949-1953), con la que realizó 15 grabaciones en RCA Victor, entre ellas Por seguidora y por fiel, Dicen que dicen, Viejo smoking y El hijo triste (única grabación a dúo de su discografía, junto a Alberto Podestá); la segunda, la de Francisco Rotundo (1953-1955), con el que grabó 12 temas en el sello Pampa, entre ellos Justo el 31, Mala suerte, Secreto, Yo soy aquel muchacho y Bien bohemio; y la tercera, la de Armando Pontier (1955-1960), ya desvinculado de Francini. En esta etapa Sosa grabó en total 33 registros, 8 de ellos para RCA Victor (1955-1957) y los 23 restantes en el sello CBS Columbia (1957-1960). Algunos temas destacados son: Tiempos viejos, Araca París, Cambalache, Al mundo le falta un tornillo, Padrino pelao, Tengo miedo, Margo, El rosal de los cerros, Brindis de sangre y Azabache. A comienzos de 1960, desvinculado de la orquesta de Armando Pontier y
decidido a encarar la etapa solista, convoca al bandoneonista Leopoldo Federico como marco instrumental para sus interpretaciones. Con la orquesta de Federico comienza un ciclo de destacadas grabaciones, confirmando su gran éxito y aceptación del público. Versiones de los tangos Nada, Qué falta que me hacés, En esta tarde gris y su recitado de La cumparsita sobre versos del poeta Celedonio Flores (grabado en dos ocasiones: 1961 y 1964) son algunos de los grandes sucesos de este período. En 1962 acompañado por el conjunto de guitarras dirigido por Héctor Arbelo en 1962 grabó para la discográfica Columbia doce piezas de música criolla.Con la orquesta de Leopoldo Federico permanecerá hasta su muerte.

La única película en la que participó fue Buenas noches, Buenos Aires, un filme musical dirigido en 1964 por Hugo del Carril. Fue bautizado por el periodista Ricardo Gaspari como «El Varón del Tango», llamándose así también su primer disco de larga duración. Leopoldo Federico hizo que el cantor se volviera famoso a través de sus composiciones. En 1958 se casó con Nora Edith Ulfeldt, con quien tuvo una hija, Ana María, divorciándose poco después y poniéndose en pareja con Susana "Beba" Merighi. En el año 1960 escribió su único libro, Dos horas antes del alba
Camino de Villa del Parque, chocó a considerable velocidad contra el semáforo de Avenida Figueroa Alcorta y Mariscal Castilla (ciudad de Buenos Aires, Argentina) el 26 de noviembre de 1964.El auto pasó sobre el monolito que resguardaba el semáforo (que quedó quebrado) y paró contra el Arzobispado Ortodoxo, 50 metros más allá.
Fue internado en el hospital Fernández y trasladado al sanatorio Anchorena, a las 7 AM. Tenía hundimiento de 4 costillas, lesión grave en el pulmón izquierdo y conmoción cerebral. Por la tarde lo operaron dos veces para liberar un pulmón de la presión de dos costillas, pero murió a las 21.30 del 26. Su esposa, Susana Merighi, afirmó tiempo después que el coche de su marido había sido embestido por otro vehículo antes de chocar con el semáforo, dicha declaración tuvo como base un peritaje mecánico y dio lugar a un nuevo sumario caratulado como "Homicidio Culposo". El sepelio se realizó primero en el Salón La Argentina, pero la cantidad de público, hizo que se lo trasladara al Luna Park, de donde el cortejo partió a las 16 del 27 a pie por Avenida Corrientes para llegar a Chacarita a las 22.10 bajo una lluvia torrencial. Los efectivos policiales tuvieron que impedir la entrada del tumultuoso público a quien arrojaron bombas de gases. Ya cerrado, tuvieron que enterrarlo en la mañana del 28. Hoy sus restos están en el Cementerio de Las Piedras, Canelones, Uruguay.