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miércoles, 2 de mayo de 2012

Gogo Andreu

El no sabía mucho de redes sociales, pero ayer estallaron cuando se desparramó la noticia de que había muerto. A fines del año pasado, su salud comenzaba a abandonarlo y el gran Gogó murió ayer, rodeado de mucha gente que lo amaba.

Nació el 27 de julio de 1919 en el seno de una familia de artistas. Hijo de Antonio Andreu e Isabel Anchart y hermano de otro grande que se fue más pronto, Tono Andreu. Creció entre bambalinas, espiando a sus padres y tíos en sus números de varieté, tanto que sin que nadie le enseñe cómo, a los 4 años aprendió a bailar tap. Y debutó a esa edad, como parte de esos cómicos de la legua y con una prematura simpatía que el público siempre le agradeció. Pero su debut "oficial" en una obra fue a los 9 años, cuando fue convocado para trabajar nada menos que junto con los hermanos Armando y Enrique Santos Discépolo en Levántate y anda , en el Teatro Nuevo, y en 1935 debutó, junto a Libertad Lamarque, en Alma de bandoneón , como el primero de más de 60 films.

De todos modos, Gogó y Tono nunca dejaron el varieté, la revista y la comedia musical. Fue de esa raza de artistas que sabían hacer de todo. Fue actor, guitarrista, bailarín, telonero, cantante, poeta, cancionista... "y nunca pasé hambre", repetía siempre. Además de ser hijo de artistas, Gogó fue sobrino de Alberto Anchart, cuñado de María Esther Gamas, tío de María Rosa Fugazot y esposo de Rosita Gamas, fallecida hace tres años y pérdida que él nunca pudo superar.

Era un trotamundos y su agua eran el escenario o los sets de cine y televisión. Durante los años 50 y 60 trabajó en escenarios de Nueva York, Los Angeles, México, Madrid, Barcelona, Lima y La Habana, donde llegó a tener dos programas de televisión: Los enredos de Gogó y Gogó y Goguito .

El último reconocimiento que recibió fue en noviembre del año pasado, cuando se le entregó el Premio Hugo a la Trayectoria, que recibieron emocionadísimos su nieto y su sobrina María Rosa Fugazot. "Te confieso algo: me di cuenta de que ya estamos en la edad de la muerte y creo que soy uno de los tipos más afortunados del planeta. Tengo una carrera maravillosa y sólo hice el segundo y tercer grado de la escuela primaria. Pero la vida me encontró hablando en portugués y en inglés. Ya lo hice todo: comedia musical, revista, drama, comedia, televisión, cine, radio... El aplauso es lo que me hace vivir. Ojalá me muera sobre un escenario", reflexionaba.

Hasta que pudo, Gogó no estuvo ausente de casi ningún estreno teatral porteño. Allí estaba siempre él aplaudiendo a sus colegas. Lo vamos a extrañar muchísimo, pero siempre sonará en nuestra memoria el ruido de las chapitas de sus zapatos y su voz cantando: "A tí que te gusta tanto, el caramelo santo"

Fuente: lanacion.com.ar